Todo apuntaba a que sería la noche perfecta para Pervis Estupiñán. El lateral había adelantado al Mallorca con un golazo y estaba cuajando una buena actuación, sobre todo a nivel ofensivo, pero el ecuatoriano acabó el encuentro yendo a la ducha antes de hora. Vio la segunda tarjeta amarilla en el minuto 86, justo cuando más atacaba el Tenerife, por un supuesto golpe a un rival que solo vio el árbitro. Pero fuera o no justa su expulsión, dejó con uno menos a los bermellones poco antes de que los canarios empataran en el descuento.

El zurdo, que empezó el curso siendo suplente y que llegó a la titularidad tras la lesión de Salva Ruiz, ha ido elevando su nivel en las últimas semanas. Si ya ante el Lugo en la anterior jornada dejó buenos detalles, no pudo empezar mejor esta en el Heliodoro Rodríguez López.

Tras una sensacional combinación entre Budimir y Lago Junior, el marfileño le cedió el balón y Estupiñán disparó fuerte y raso al único lugar al que el meta Dani Hernández no podía llegar. Es verdad que el portero reaccionó algo tarde, pero eso no resta mérito a la acción. Es el segundo gol en la temporada del sudamericano ya que, curiosamente también en viernes, marcó al Nàstic de Tarragona (2-0) en el duelo que despidió el año 2018. Aquel tanto quizá fue más bonito, pero lo cierto es que son muy parecidos.

Estupiñán se está convirtiendo en un buen aliado de Lago en el flanco izquierdo y siempre trata de doblarle, como ayer en algunas ocasiones. No obstante, eso también hace que sufra a la hora de recular, tal y como aprovechó el Tenerife, sobre todo en la segunda parte.

El jugador cedido por el Watford volvió a ser protagonista con la tarjeta roja en el peor momento. Eso obligó a acabar el choque con uno menos y con Lago tapando como podía esa zona del campo. Ahora se le volverán a abrir las puertas a Salva Ruiz, que ayer fue el descartado entre los que viajaron a Tenerife. Lleva cuatro meses sin jugar, pero ya trabaja con normalidad. Si el valenciano da una buena imagen, quizá Estupiñán estará un tiempo para volver a estar entre los once elegidos. O ni eso. El fútbol es así de caprichoso.