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Opinión

Yo sí creo en este 'Mallorqueta'

El sábado fui a Son Moix, compré una entrada en Tribuna 'Sol Baixa' por 25 euros para el partido ante el Deportivo y me lo pasé en grande

Yo sí creo en este 'Mallorqueta'

Es un momento delicioso. Viene siendo, desde hace (afortunadamente) muuuuuchos años, un momento único. ¿De viejetes? Bueno, sí, tal vez. No, no lo creo, de verdad. ¿De antiguos periodistas que aman el papel y maldicen la moda de las redes sociales y el twitter? Sin duda. ¿De compañeros, amigos y colegas que lo único que buscan es recordar batallitas, mientras manchan con la manteca del curasán los diarios que acaban de comprar y tienen sobre la mesa? Pues sí, la verdad.

Pero, créanme, esos desayunos en la terraza playera de Ciudad Jardín con mis amigos Alejandro Vidal y Ricard Cabot no los cambio por nada del mundo. Por nada. Ellos dicen que yo soy esa voz que les trae cuchicheos de Barcelona, especialmente del Barça (Cabot se pirra por las cosas que le cuento de Messi&Cia), y el malo de Vidal ¡qué les voy a contar a ustedes que no sepan!, me recuerda que pertenecemos a otro mundo, ya desaparecido, donde el papel era santo y seña del buen periodismo y lo único creíble, porque era lo único que se publicaba tras haber sido contrastado (como exige el buen periodismo) por, al menos, tres fuentes. Ahora, todo dios escribe un twitter que es mentira, como si fuera la gran verdad. Y millones de bobos se lo creen.

Nos unen muchas cosas, muchas, aunque yo soy de Andoni Zubizarreta (ahora en el Olympique de Marsella), Cabot es del Barça y Vidal, de Llorenç Serra Ferrer. Pero nos une el 'Mallorqueta' porque, pronto hará 20 años exactos ¿verdad?, que estuvimos en Birmingham, con el Mallorca de Héctor Cúper, viviendo, en efecto, una final de Recopa inolvidable que perdimos ante la Lazio (2-1). Y ése es, además de las cifras menguantes de tirada de los periódicos que tanto apasionan a Vidal, y los elogios continuos de Cabot hacia Leo Messi, lo que nos une entre mi curasán, el pan tostado con aceite de Alejandro y el café con leche ardiendo (no sé cómo se lo puede beber) de Ricard.

Y ahí, en la charla sobre el Mallorca es donde nos lo pasamos en grande. He decirles, amigos, que ellos son muy pesimistas (suerte que nunca viene Matias Vallés, pues acabaríamos todos llorando de tristeza) y yo, muy optimista. Claro, ellos recuerdan siempre los tiempos grandes del Mallorca y yo les digo que eso es un error, que es lo que hacen los gurús del cruyffismo en Barcelona, lamentar que el actual Barça no juegue ¡imposible, tíos! como aquel excelso equipo de Pep Guardiola. Olvídense, aquel equipo pasó. Murió.

A ellos les duele y, en eso, tienen mucha razón, que esta isla muestre tan poco cariño hacia el 'Mallorqueta'. Yo les digo que aquí la gente vive demasiado bien como para apasionarse por algo tan vulgar como el fútbol. Aquí la gente desaparece a las seis de la tarde del viernes. ¡Que les cuentas del Mallorca! Y, sin embargo, pese a que ellos, mis amigos del alma, creen poco, yo estoy muy enganchado a este 'Mallorqueta', tremendamente ilusionado. Llámenme ingenuo.

Es cierto que cuando uno ha vivido, y escrito sobre ello, los tiempos maravillosos del Mallorca, la actualidad le parece poca cosa. Pero, a mi entender, lo que está haciendo este 'Mallorqueta' tiene mucho mérito. Porque, seamos sinceros, este club hubiese podido desaparecer perfectamente. Si por los mallorquines fuese, ya no existiría. Los que lo tuvieron lo desmontaron, lo maltrataron, lo convirtieron en cenizas y tuvo que venir un 'yankee' rico para quedárselo, casi por compasión o farde. Así que no nos engañemos, esto es un puto milagro (con perdón).

Y es ahí donde la actitud, el comportamiento, la profesionalidad y la puesta en escena de Vicente Moreno (que me parece que tiene pinta ¿verdad? de Pablo Machín, hasta se le parece en lo físico) y sus chicos merecen un elogio. Enorme. Yo les digo a Alejandro y Ricard que recuerden cuando aquí los futbolistas venían o a jubilarse al sol que más calienta, a la buena vida (y fiesta, no nos olvidemos, aquí han pillado a muchas estrellas de otras décadas de juerga en Gomila) o a hacer carrera para dar el salto a un grande.

Eso se acabó y aunque Ricard está indignado porque aquí tenemos a un reserva que gana 200.000 euros al año, lo cierto es que si algo es digno de admirar de este equipo que está peleando por volver a ser alguien e, incluso, meterse en los durísimos e inciertos 'play off' de ascenso a Primera, es su entrega. Jugarán más o menos bien, acertarán mucho o poco, pero es un equipo al que es dificilísimo ganar y pelea, pelea, pelea hasta más allá del minuto 90.

Eso, amigos, es mérito del 'mister', claro que sí, pero también es síntoma de que esos chicos, que no son nadie, quieren empezar a sacar la cabeza en un fútbol que ha de ser el sustento de los suyos porque ninguno de ellos podría ganarse mejor la vida que en esto. Esos muchachos, por modestos que sean ("e irregulares", añadiría Ricard), están hambrientos de ser alguien, de ascender con nuestro 'Mallorqueta' y/o despertar la atención de los ricos.

Es posible que todos ellos, empezando por el bueno, el magnífico, el excelente Vicente Moreno estén ante la oportunidad de su vida, sin duda, frente al mejor escaparate que hay en estos momentos en España: Mallorca, sol, calidad de vida, poca presión pero mucha ilusión y presagios de que pueden convertirse en alguien. Yo veo a Salva Sevilla, con 34 años, y me quito el sombrero, de verdad.

He de confesar aquí, que es el lugar más discreto que conozco, que el sábado, cuando cogí el Vueling-3912, BCN-PMI, de las 16.00 horas, y lo vi repleto de jóvenes gallegos que acudían, vestidos con la camiseta del Dépor, al estadio de Son Moix, me contagié de ellos. Dejé el troler en casa, cogí mi 'Scoopy' y me fui a Son Moix, me compré una entrada para la tribuna en 'Sol Baixa', por 25 euros, y me lo pasé en grande.

Y vi a miles de personas disfrutar, pasárselo bien e ilusionarse como me ilusiono yo cuando voy a desayunar con Alejandro y Ricard. Yo veo que la gente, no mucha, cierto, vuelve a estar enganchada con este 'Mallorqueta', y lo está porque esos chicos, guiados, insisto, por un gran técnico que sabe lo que hace, lo que quiere y cómo lo quiere, se dejan el alma en el campo.

Luego, amigos, y ustedes que saben más de fútbol que yo, ganarán, empatarán o perderán, pero ahí están, a mitad de campeonato, arriba, con todas las posibilidades del mundo para ascender. Y eso, queridos, habiendo sido lo que ha sido nuestro 'Mallorqueta', es muy digno, mucho, y muy meritorio. Y merece el reconocimiento de todos.

Ojalá Alejandro y Ricard estén tan idiota e inconscientemente ilusionados como yo con este voluntarioso, profesional y peleón 'Mallorqueta'. Me temo que no, aunque tras cada desayuno los veo más animados. Espero que Matías Vallés siga rechazando nuestra invitación a desayunar con nosotros. Todo eso que ganamos, pues nos hundiría la ilusión en dos o tres minutos. No se puede ser tan duro (y realista) como él. Prefiero seguir viviendo en el error, pero este 'Mallorqueta' me provoca cierto cosquilleo, que ya es mucho teniendo 66 años y viviendo de Birmingham. Donde caímos, pero henchidos de orgullo rojillo. Como ahora yo, no ellos.

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