Cinco segundos dan para mucho. O para muy poco. Lo que es seguro es que fue el tiempo que necesitó el sábado Lago Junior para fabricar una auténtica obra de arte. Debe ser extraño que haya algún aficionado al fútbol en España que no haya visto su soberbio gol al Deportivo de la Coruña. Y si es mallorquinista, probablemente se lo habrá puesto en bucle en su móvil, televisión o en el ordenador, aunque es una acción que siempre debería deleitarse en una pantalla de cine. No es para menos.

El gol de Lago, que dio los tres puntos ante el todopoderoso conjunto gallego, es de los que cualquier hincha bermellón muestra con orgullo, como si esos cinco segundos sirvieran para sintetizar lo que está transmitiendo este equipo a los suyos.

El Mallorca estaba atascado. No daba con la tecla para marcar. Hasta que Lago decidió marcar las diferencias. "Es nuestro Messi", repiten algunos desde hace tiempo. Si no lo es, estará cerca. En Son Moix se vistió de astro, eso seguro. Recibió el balón en el minuto 77:20 y en el 77:25 se desató la locura en el estadio. El marfileño cogió el balón en el centro del campo, a la altura del banquillo de Vicente Moreno, para iniciar una carrera para el recuerdo. Recorrió cerca de treinta metros con su característica potencia con el cuero pegado a sus pies. Ni Eneko Bóveda ni Edu Expósito, que le salieron al paso, pudieron hacer nada para frenarle. Ya no era posible. Es cierto que el resto de la zaga del Dépor decidió admirar la determinación de su rival más que intentar frenarlo. No hubiera podido. Lago ya estaba decidido, como un toro bravo, a poner la directa hacia la portería. Y, justo cuando superó la línea de la frontal del área grande, decidió disparar. Pero no fue un tiro cualquiera. Fue un obús que dejó sin margen de reacción al portero Dani Giménez, aunque ni el mejor cancerbero de todos los tiempos lo hubiera podido despejar. Era imparable.

La afición se volvió loca ante la maravilla que acababa de presenciar. Y el gran protagonista corrió hacia su banquillo para abrazarse, primero con Merveil, y después con el resto. Se formó una piña sobre el césped, pero fue todavía más grande la que hicieron los seguidores en las gradas. "Recibo el balón con espacio hacia la portería, he confiado en mí mismo y cuando levanto la cabeza no me lo he pensado. Ha sido un golazo", confesó Lago. Algo idéntico había señalado su entrenador minutos antes. "Ha sido un golazo, parecía que se hacía enorme cuando se acercaba a la portería y ha dado un castañazo", describió Moreno con acierto. Es justo lo que fue.