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Análisis

Del alivio de Anduva a la ilusión en la LFP

No ha sido un año cualquiera para el Mallorca. Este 2018 que ya termina y que ayer vivió su última función en Son Moix debe servir como un punto de inflexión para el futuro. A buen seguro que justo ahora, hace 365 días, la afición bermellona incluía en su lista de deseos tan típica de estas fechas que el club saliera de la forma que fuera de la Segunda B. Lo que hizo el grupo que dirigió Vicente Moreno, la clave en todo esto, ya forma parte de la historia, pero da la impresión que fue el primer paso de otro todavía más grande. O al menos eso es lo que se respira en el ambiente. De aquella alegría en Miranda de Ebro, o alivio, según al mallorquinista que se le consulte, se ha convertido en ilusión en el fútbol profesional. Estos treinta puntos son muchos, cualquiera los hubiera firmado en julio, pero da la sensación de que son pocos a tenor de los méritos que ha hecho el equipo en esta primera vuelta que está a punto de terminar. Esto no debe traducirse como un reproche, sino como un signo de que se han hecho las cosas muy bien, pero que incluso podrían haber sido mejor. Lo bueno es que el margen de maniobra es enorme y a Moreno no le basta con finalizar en la media tabla, aunque eso jamás lo dirá. Quiere más y desea que su Mallorca eleve su nivel. Y eso es la mejor noticia para despedir el año y empezar 2019.

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