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Opinión

Una reacción espontánea para el recuerdo

Una de las mayores críticas que hacen los entrenadores y jugadores de fútbol sobre la labor de los periodistas es que hacen el análisis de los encuentros en función del resultado. Seguramente tengan razón en algunos casos, o incluso en muchos, por supuesto, pero hacerlo de este encuentro del Mallorca ante el Málaga sería una temeridad. La obligación de los profesionales de los medios de comunicación, sea de lo que sea, es explicar lo que ha sucedido e interpretarlo. Por eso lo que se vivió ayer en Son Moix sea tan dificil de creer si no se ha visto el encuentro y solo se hace caso del marcador. El mejor resumen, como casi siempre, lo evidencia la reacción espontánea de los aficionados. No había acabado el partido y Abdón acababa de fallar una ocasión en el último suspiro de esas que hay que meter, sí o sí. Y los hinchas se levantaron de sus asientos y empezaron a aplaudir y a corear el eterno '¡¡¡Mallorca, Mallorca!!!'. Su equipo perdía en casa por 1-2 ante un grande de la categoría, pero ese gesto transmitía un orgullo hacia unos colores y el agradecimiento por el esfuerzo. Los de Moreno jugaron bien, a ratos muy bien, pero también cometieron errores que enviaron los tres puntos a La Rosaleda. Eso hay que asumirlo para seguir creciendo. Sin embargo, derrotas como esta son lo de menos. Y los 9.463 espectadores, demostrando mucha madurez, entendieron que no siempre se puede exigir la victoria. O que, al menos, no lo es todo, si los jugadores se dejan el alma. La ovación tras el pitido final del árbitro, al que le vino grande el partido, fue lo mejor de la tarde.

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