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Análisis

La importancia de sentirse orgulloso

Esta temporada es especial. Se mire como se mire. Solo por la ilusión que se respira entre el mallorquinismo después de estas dieciséis primeras jornadas ya vale la pena el esfuerzo que está haciendo un grupo que ya pasó a la historia por sacar al club de la Segunda B y que lleva camino de que eso solo sea la primera piedra de algo mucho más grande. Con el control de Vicente Moreno, un entrenador que ya debería estar renovado hasta 2040, el Mallorca destila ambición, sacrificio y humildad. Es un éxito del técnico valenciano y de su cuerpo técnico conseguir que un bloque rinda, quizá por encima de sus posibilidades, para llevar alegrías a una afición que vuelve a sonreír después de demasiados episodios para la vergüenza. Este grupo ha logrado que los seguidores vuelvan a estar orgullosos del equipo, algo muy complicado después de tanto barro. Y esto es más importante que ganar o perder un simple partido. Ya puede faltar un día, o dos, un líder como Salva Sevilla. O Pedraza. O Aridai. O Reina. O antes Xisco Campos. O Salva Ruiz. Da igual. El que sale, da la cara. Siempre. En Reus el triunfo no llegó de forma brillante, pero es que tampoco hacía falta. El Mallorca ha regalado momentos de muy buen fútbol, pero también en otros ha mostrado mucho oficio. Incluso también ha llegado a jugar mal, pero siempre ha competido, justo un aspecto que siempre debe ser innegociable. Este equipo es capaz de todo. No hablemos de un ascenso que nadie debería exigir y sí de lo buenos que son. Quizá lo primero llegue gracias a lo segundo, pero mejor no estropearlo. Que parezca una casualidad, aunque no lo sea en ningún caso.

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