Con sufrimiento, pero de forma merecida. El Mallorca consiguió su segunda victoria del curso gracias a un gol de Castro antes del primer cuarto de hora y al gran trabajo colectivo de todo el equipo ante un Rayo Majadahonda que hizo méritos para lograr al menos el empate. Esta victoria permite a los de Moreno situarse como el único equipo, junto al Málaga, que ha ganado los dos partidos disputados.

El Mallorca sacó el máximo rendimiento al gol de Castro en el minuto 13, una diana de delantero nato, que aprovechó a la perfección un buen centro de Abdón. Fue un triunfo sufrido, trabajado hasta la extenuación, porque el Rayo Majadahonda, en principio una plantilla condenada a luchar hasta la última jornada por evitar el descensocondenada a luchar hasta la última jornada por evitar el descenso -aunque en esta categoría loca los pronósticos tienden a no cumplirse nunca- demostró ser un buen equipo, aseado, que la toca y que sabe a lo que juega. Pero enfrente se encontró un Mallorca ordenado, con las ideas muy claras, que solo sufrió al contragolpe.

En un escenario de película desconocido para ambos equiposescenario de película desconocido para ambos equipos, empezaron nerviosos los dos, más el Mallorca, al que el balón le duraba un par de segundos. Esto puso histérico a Moreno, que no se cansaba de pedir a sus jugadores, con ostensibles gestos, que la tocaran y tocaran hasta el hartazgo.

Y de la nada llegó el gol. Abdón recibió un balón en profundidad, lo pasó a Carlos Castro y el asturiano se inventó un gol de delantero de área, de pillo. Para eso se le ha fichado. El esférico le cayó del cielo, se la colocó en su pierna buena, la izquierda, y batió a Basilio.

Antes del primer cuarto de hora el Mallorca estaba donde quería, con ventaja en el marcador. Pero sufrió de lo lindo para mantenerla. Siete minutos después del gol, Aitor García, el mejor jugador del partido y un tormento para toda la defensa rojilla, en especial para Fran Gámez, estrelló el balón en el larguero con Reina batido. Fue un primer aviso de lo que le esperaba al Mallorca. El equipo de Iriondo no estaba dispuesto a morir, y si lo hacía sería con las botas puestas. El mismo jugador, cedido por el Cádiz, ganó la espalda a la defensa rojilla cinco minutos después. Se plantó solo ante Reina, pero su disparo fue un regalo para el guardameta del Mallorca. Sin tregua, Raíllo se adelantó a Fede Varela cuando este se disponía a marcar.

Y llegó a la media hora el agua bendita. Con un calor asfixiante, el árbitro detuvo tres minutos el partido para que los jugadores se hidrataran. Este parón se convirtió en una especie de tiempo muerto del baloncesto, donde los entrenadores dan instrucciones a sus jugadores. Moreno dio muchas en este receso porque no le gustaba nada de lo que estaba viendo. El equipo iba por delante en el marcador, pero nadie hubiera calificado de injusto un empate o, incluso, una victoria de los locales en esta primera media hora.

El parón fue bien porque el Mallorca espabiló. En las botas de Castro primero y de Aridai después tuvo la oportunidad de abrir brecha en el marcador, pero en ambas el portero del Rayo se lució con dos paradones. También la tuvo el equipo madrileño cuando Iza remató fuera, solo, un gran centro cruzado del de siempre, Aitor García.

La segunda parte fue muy similar a la primera. Dominio del Rayo, pero con reparto de ocasiones, dos para cada equipo. Posiblemente intuyendo un acoso y derribo de los locales, Moreno sustituyó a Castro por Dani Rodríguez a los diez minutos. El gallego se ubicó como segunda punta, pero con funciones de refuerzo del centro del campo. En el minuto 50 Reina realizó la primera parada del partido, a la que le siguió otra un minuto después en un cabezazo a bocajarro de Martínez, completamente solo. Tres minutos después pudo sentenciar Abdón, pero su violento zurdazo se estrelló en el poste.

El equipo supo sufrir y el Mallorca es colíder con el Málaga. Toca disfrutar.