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Segunda División

Un Mallorca de autor

Vicente Moreno, único líder del equipo, ha conseguido en poco más de un mes que cale en sus jugadores el mensaje de solidaridad, intensidad y motivación para afrontar los partidos

Vicente Moreno, el pasado domingo de pie en el banquillo, en el minuto de silencio por Pedro Colombás. Tooru Shimada

Desde el primer día de su llegada, Vicente Moreno se ha convertido en el faro del Real Mallorca, el único líder de una plantilla que cogió en Segunda B y en diez meses ha devuelto a la categoría de plata. El técnico valenciano, que pasa por ser un obseso del fútbol -"he visto ya unos cuantos partidos de la primera jornada, pero es mi obligación", dijo minutos después de que su equipo derrotase a Osasuna-, conoce la Segunda como pocos. No en balde, ha militado casi siempre en esta categoría en su etapa de jugador, y como entrenador también sabe lo que es dirigir a un equipo.

Moreno, un entrenador atípico por la naturalidad que desprende, muy lejos del divismo que adorna a muchos de sus colegas, sabe por lo tanto lo que se necesita para transitar por una categoría complicada como pocas, muy igualada siempre y con un montón de equipos que, de una u otra manera, aspiran a meterse entre los seis primeros y contar con opciones de subir a Primera hasta el final.

Ante Osasuna, el pasado domingo, los casi diez mil espectadores que se dieron cita en Son Moix, pudieron comprobar algunas de las virtudes del equipo, las que Moreno quiere que exhiba el equipo cada domingo. La primera es la motivación. El equipo empezó nervioso por jugar en una categoría nueva, pese a que la mayoría de jugadores hayan militado en ella en el pasado. Los once futbolitas que saltaron al césped afrontaron el partido con más hambre que su rival, que se tradujo en el juego, de mayor intensidad. "Si juegas de tú a tú, cualquiera puede ganar a cualquiera". Esto es lo que dijo el técnico mallorquinista al final del partido y es el mensaje que ha transmitido a sus jugadores, que parece que se lo han creído. Antes de los partidos se habla de los diferentes presupuestos, de los límites salariales y otros temas que explican las diferencias entre un club y otro. Pero a la hora de la verdad, en el campo son once contra once y cualquier cosa puede pasar.

Ayudado permanentemente por Dani Pendín, que se encarga de las jugadas de estrategia, Moreno demostró el domingo que había estudiado a Osasuna. Sabía cómo jugarle. Y se tradujo en una primera parte de gran juego en la que el equipo mereció irse al descanso con una mayor ventaja. El equipo mostró una gran seguridad defensiva -los delanteros navarros apenas inquietaron la portería de Reina-, aunque da la impresión de que sigue faltando un delantero de referencia. Castro, que fue objeto del penalti que dio el triunfo al Mallorca, debe ofrecer mucho más, y Abdón reúne muchas virtudes pero está lejos de ser un 'killer' del área.

El equipo se vació físicamente y, del primero al último, supo sacrificarse en los momentos más complicados, que los hubo, sobre todo al final del encuentro cuando la presión del equipo de Jagoba Arrasate era insistente en busca del gol del empate. Dio la impresión de que el equipo tiene un plan, de que sabe a lo que juega. Y ha llegado al inicio de la Liga en una gran forma física. El desgaste al final del partido fue mayúsculo. Los jugadores, solidarios en el esfuerzo, defendieron la mínima ventaja como jabatos, conocedores de la importancia que supone comenzar el curso con buen pie.

Con su modestia habitual, Moreno, que no pudo disimular su alegría por la victoria, se ciñó al manido discurso de que "solo son tres puntos". Pero, en el fondo, el valenciano sabe que es mucho más que tres puntos, el empezar la temporada con paso firme, el que exige el líder de la plantilla.

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