El Mallorca ha vuelto a Segunda División. Al fútbol profesional. Una gran noticia para los aficionados que han padecido una pesadilla en Segunda B, fútbol de otro mundo, clandestino, que obliga a jugar en campos infames y ante rivales solo preocupados en destruir. Un auténtico campo de minas que la entidad mallorquinista ha superado a la primera. Es ahora cuando hay que acordarse de clubes como el Oviedo, Cádiz, Hércules o Murcia, que se han pasado años y años en la categoría de bronce, jugando ante gradas semivacías por el abandono de la afición.

Si de algo puede estar orgulloso el Mallorca como institución -Robert Sarver en la ida ante el Mirandés, y ayer Kohlberg y Nash lo pudieron comprobar de primera mano-, es la importante masa social que arrastra la entidad rojilla. Diez mil abonados se dieron de alta todavía con el disgusto del descenso a Segunda B, con una media de seis mil cada dos domingos en Son Moix, empujando como un jugador más en busca de la victoria. La afición es uno de los grandes patrimonios del club, si no el que más, y se le debe mimar. Si recibe ha demostrado que sabe dar.

El paso por la Segunda B debe servir de lección de lo que no se puede volver a repetir. El Mallorca retorna a una categoría loca, en la que la lógica no existe. Cualquiera puede ganar a cualquiera por la igualdad de todos los equipos. Es por eso que no valen medias tintas a la hora de confeccionar un equipo competitivo. Por no hacerlo hace dos temporadas se perdió la categoría, algo que no entraba en los cálculos ni del más pesimista. El Mallorca, por historia, está obligado a ser ambicioso. No vale el objetivo de la permanencia. El encomiable esfuerzo económico de Sarver no debe quedarse en la Segunda, otra categoría ruinosa. Solo vale la Primera, de lo contrario no existes, no eres nadie.

El ascenso es mérito de todos, directiva, cuerpo técnico y afición, pero sobre todo de Vicente Moreno. En la mejor decisión que ha tomado Molango desde que aterrizara en el club, apostó por el experimentado técnico valenciano para devolver al Mallorca a la categoría que solo debía abandonar para subir a Primera. Moreno ha sabido llevar un vestuario amplio, lo que no siempre es fácil porque todos quieren jugar y son muchos los que se quedan en el banquillo e incluso en la grada.

Conseguido lo más difícil, Moreno debe trabajar ahora para contar con un equipo que sepa competir en Segunda. Y ahí la relación con el director deportivo Javi Recio debe ser fluída. Si el objetivo ha de ser algo más que luchar por la permanencia, está claro que muchos de los jugadores de la actual plantilla no tienen cabida. No le debe temblar el pulso a nadie a la hora de formar un nuevo equipo. Hay que aprovechar la inercia del momento. El añito en el infierno ya es historia.