Aconsejado por algunas (pocas) personas de su confianza, Maheta Molango (35 años, Saint-Imier, Suiza), ha adoptado un perfil bajo en la temporada del retorno a Segunda A. Consciente de que el curso pasado se había expuesto en demasía ante la opinión pública, el consejero delegado del Mallorca ha dejado que todo el protagonismo recaiga en los artífices de este invento llamado fútbol, los jugadores y el entrenador.

Se le ha visto poco este año. A diferencia de la pasada temporada, en la que el que fuera presidente Monti Galmés asumía funciones de representación en el campo y le permitía presenciar los partidos en la grada como un aficionado más, Molango ha ocupado su lugar en la palco como máxima representación de la entidad, salvo en las esporádicas ocasiones en que han venido el propietario Robert Sarver y el presidente Andy Kohlberg.

Blanco de las críticas por el traumático descenso la temporada pasada, se esmeró desde el primer día en confeccionar un equipo competitivo para esta temporada. A los pocos días de la derrota en Anduva, Molango y el director deportivo Javi Recio fueron a rendir cuentas a Sarver en Phoenix. Cuando se daba por hecho de que el suizo recibiría un serio toque de atención e incluso se viera obligado a hacer las maletas, el también propietario de los Phoenix Suns de la NBA no solo no echó a su principal ejecutivo y al responsable de la dirección deportiva, sino que los confirmó en el cargo. Fue su primera victoria en muchos meses tras un curso de penurias.

Sin embargo, solo tres días después del regreso de Estados Unidos, Molango se encontró con la sorpresa de un comunicado oficial de Sarver en que atacaba "a los gestores deportivos" por el descenso, a la vez que presumía de que no ha faltado "el apoyo financiero". "Se han tomado decisiones deportivas inadecuadas", añadió.

Tan claro parecía tener lo que debía hacer que solo quince días después de consumarse el descenso a Segunda B hacía oficial el fichaje de Vicente Moreno como entrenador, un hombre que, como ha demostrado, es un buen conocedor de la categoría de bronce.

En esos primeros días de junio, Molango también tuvo que digerir la dimisión de Monti Galmés como presidente del Mallorca. El empresario mallorquín dimitió "triste" y por "presiones familiares", afirmaba, y aunque no lo reconoció, también por su escasa sintonía con Molango. Un año después, el CEO del Mallorca vuelve a sonreir, sabiendo que el fútbol no para. Ya trabaja en formar un equipo competitivo para, al menos, evitarse el disgusto del pasado ejercicio.