El futuro del Real Mallorca pasa por los noventa minutos que se juegan hoy en Anduva. El caprichoso destino ha querido que el escenario en el que el club vivió la mayor vergüenza en sus últimos cuarenta años, hace ahora casi un año, sea el mismo en el que pueda recuperar el terreno perdido. Toca cerrar el círculo y empezar otra vez de nuevo en la Liga de Fútbol Profesional.

Los bermellones lo tienen bien con el 3-1 de la ida, pero mejor seguir con el pie apretado en el acelerador y mantener el discurso prudente que ha pronunciado desde el pasado julio el técnico Vicente Moreno. Después de una fabulosa Liga regular en Segunda B, en la que ha quedado campeón del grupo tercero con solvencia, toca rematar la faena a las primeras de cambio. Es verdad que el hecho de ser primero concede otra opción superando dos rondas más, pero nadie en ese vestuario la contempla.

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Es el momento de la verdad, por mucho que suene a tópico, aquel por el que se ha estado trabajando en Son Bibiloni desde aquel fatídico 3 de junio. El daño ya está hecho, pero está en su mano regresar a la LFP y olvidar esta pesadilla de la Segunda B. La historia y la afición de este club, aunque solo sea para honrar su memoria, se lo merece.