"¿Estamos todos?", pregunta José Martín, utillero del Mallorca, a la salida del equipo del hotel de concentración en Vitoria. "¿Tú has visto a Abdón?", cuestiona una voz a sus espaldas. Es Biel Gelabert, delegado del equipo. "Tienes toda la razón". Se miran, sonríen y se resignan. Dos minutos más tarde hacen su animada aparición ambos mallorquines. El equipo les espera para poner rumbo a Mendizorroza, en el que puede ser el último entrenamiento de la temporada.

Un ambiente distendido y una atmósfera relajada rodeó ayer al Mallorca durante su viaje hacia el infierno de Anduva. El encuentro ante el Mirandés parece no pesar al conjunto bermellón. Risas, bromas y algún que otro chascarrillo aderezaron la jornada de la expedición rojilla desde su salida del aeropuerto de Son Sant Joan, hasta que finalizaron la maratoniana víspera del encuentro.

A las 10.40, el vuelo UX7506 despegaba de Palma dirección Bilbao. Acompañando a la plantilla y exhibiendo su entusiasmo conversaban animadamente el presidente de la entidad Andy Kohlberg, el consejero delegado Maheta Molango y el accionista del club Steve Nash, quien se llevó el foco de las miradas y los flashes.

"Es muy probable que suframos pequeñas turbulencias durante el descenso", anunciaba el comandante del avión durante el vuelo, para desgracia de un acongojado Manolo Reina. "Ni se os ocurra a nadie quitar el Modo Avión del móvil, que habrá consecuencias", amenazaba el guardameta malagueño a sus compañeros. "Y aprovechando la presencia del Mallorca en nuestro vuelo, queremos desearle toda la suerte del mundo y que logre el ascenso", remataba el piloto de la aeronave ante la sorpresa de los jugadores.

Aterrizados en Bilbao, Vicente Moreno, técnico del equipo, aprovechó la demora de la llegada del equipaje para charlar de forma distentida con Steve Nash, ante la atenta mirada de Molango y Javier Recio, quienes tras despedirse del equipo pusieron rumbo a Zubieta para presenciar la eliminatoria de los play-off entre la Real Sociedad B y el Fuenlabrada.

El resto de la expedición, con jugadores y cuerpo técnico, se desplazaron a Vitoria, donde tras almorzar debían afrontar el correspondiente entrenamiento en Mendizorroza. "Nada, nada, ni una canción me han pedido en el autocar, se han portado muy bien", confesaba el chófer del vehículo, quien reconocía abiertamente sus preferencias para la eliminatoria: "Yo soy del norte del País Vasco, así que espero que sea el Mallorca quien logre el ascenso. Los de Miranda no me generan ninguna simpatía".

La anécdota surrealista de la jornada tuvo lugar a las puertas de la Ciudad Deportiva del Alavés, cuando varios operarios del club vitoriano intentaron, sin éxito, abrir la verja que daba acceso al césped de entrenamiento. Mientras los futbolistas esperaban en el autocar, una llave y un candado se convirtieron en un auténtico quebradero de cabeza que finalmente se solucionó con la maña de uno de los implicados.

"Va Ferran, si yo estoy sentado aquí no vengas a molestar", le reprochaba Lago Junior a su compañero de filas mientras le practicaban un vendaje . "Yo aquí no te molesto, negro", le replicaba el extremo. "¿Qué os he dicho de llamarle negro? ¡No es negro, es marrón!", apostillaba Verónica Sebastianes, fisioterapeuta del equipo, entre risas.

Al cuarto de hora, Moreno cerró filas. Entrenamiento a puerta cerrada para evitar posibles mirones. El trabajo ya está hecho. Los jugadores regresaron al hotel de concentración y a las 21.15 se sentaron a cenar. El Real Madrid-Liverpool ya llevaba media hora disputándose. Qué mas daba. "La final no se juega en Kiev. La final es hoy en Anduva y ellos lo tienen claro", apostillaba una voz desde el club.