Proteger sus bandas, igualar en intensidad al rival, no cometer errores cerca de su propia área, resistir en los primeros minutos y no caer en las provocaciones del rival. Estos son algunos de los aspectos que el Mallorca debe tener en cuenta para tener éxito ante el Mirandés en el definitivo partido por el ascenso del domingo.

El club burgalés tiene un patrón de juego muy definido cuando actúa ante los suyos. Sus números como local de esta temporada son muy buenos, ya que por algo ha sido el campeón del grupo segundo, con trece victorias, tres empates y tres derrotas. Eso sí, sus cartas están boca arriba. El conjunto que dirige Pablo Alfaro se caracteriza en su estadio por actuar con mucha intensidad, sobre todo al principio, aprovechando que conoce las características de Anduva. Gana más por insistencia, por fe, que por buen juego.

Los laterales Paris Adot y Kijera, que en Son Moix solo se mostraron en ataque en momentos de la segunda mitad, se convierten en extremos en casa. Sobre todo el lateral derecho, que ha creado mucho peligro durante todo el curso por su flanco. Es importante que tanto Joan Sastre como Bonilla, ayudados por los centrocampistas, estén atentos a las incursiones de estos dos futbolistas, que se crecen como locales.

En Son Bibiloni tienen claro que es importante, a pesar del empuje de la afición mirandesa, aguantar como sea el tramo inicial del encuentro sin encajar, por mucho que el 3-1 aporte cierto margen. Un tanto muy pronto podría provocar nerviosismo y dejaría mucho tiempo a los burgaleses para dejar en nada la renta de los bermellones en la ida. Además, el Mirandés aprovecha muy bien las acciones de segundas jugada, cuando se produce un mal despeje o hay un balón perdido. Más allá del acierto de su estrella Cervero, que ha marcado veintitrés goles, Yanis también se muestra acertado de cara a la meta rival. Sin embargo, el Mirandés no es un equipo especialmente goleador. Lo dicen sus números a lo largo de la temporada. En los diecinueve encuentros que ha disputado esta campaña como local, solo logró la victoria por más de un gol en tres de ellos, ante Lealtad de Villaviciosa, Vitoria y Caudal Deportivo, y solo dos de esos resultados le servirían este próximo domingo para pasar la eliminatoria y lograr el ascenso a Segunda División. Y esto también debe tenerlo en cuenta el Mallorca. Una de las mayores críticas que ha recibido el Mirandés este curso es la falta de fluidez en su juego. No ha quedado campeón por su juego directo, ni mucho menos, pero tampoco ha elaborado tanto como esperaba el propio Alfaro.

Otro de los puntos que también están sobre la mesa es el de evitar caer a toda costa en las provocaciones del rival o en protestas absurdas. Hay demasiados antecedentes este curso, como las sanciones por agresión a un rival de Álex López o por criticar al colegiado de Raíllo, como para no estar preocupados por este asunto. Una expulsión muy pronto dificultaría hasta el extremo el encuentro, por lo que es mejor controlar también las emociones para tener más opciones de ascenso.