El Mallorca perdió ayer por su defensa. Uno de los puntos fuertes del equipo en la primera vuelta, en la segunda se ha convertido en un coladero. Cualquier equipo la supera. Ayer, en Valencia, por sexta vez consecutiva. El penalti de Sastre fue de libro, incontestable, y el error en la acción del segundo gol fue de infantiles. Los imberbes jugadores rivales se la pasaron a placer ante la atónita mirada de Bonilla y la reacción tardía de Raíllo, Sastre y Xisco Campos. La defensa al completo. Con dos goles abajo antes de la media hora, fruto de una injustificable falta de intensidad y concentración, convirtió en imposible la reacción del Mallorca. Al menos de este Mallorca, que está para muy pocas cosas.
En la segunda parte se vio a ratos al equipo de la primera vuelta, dominador, llegando con claridad al área. Marcó un golazo de falta, de Salva Sevilla, y gozó el equipo de claras ocasiones. Este debe ser el camino. Faltan seis jornadas y la diferencia sigue siendo importante para mantener la primera plaza.
Mención aparte merece el colegiado. Al menos uno de los dos penaltis que protestaron los rojillos podría haberse señalado, el primero por unas manos claras y el segundo por un derribo a Abdón. Las decisiones arbitrales no están en manos de los futbolistas; sí el estar más centrados en defensa.
