El Real Mallorca se niega a invertir un euro más en un estadio que no considera suyo y que utiliza por el acuerdo de cesión por cincuenta años entre el Ajuntament y la entidad deportiva a finales de la década de los noventa del siglo pasado. "El proyecto de retirada de la pista se presentará cuando esté cerrado el tema del Lluís Sitjar", repiten como un mantra en el club, como respuesta a la exigencia de Cort de que debe presentar un plan de demolición.

En el Mallorca están cansados de que "cada trámite de Cort se demora cuatro o cinco meses", y ponen como ejemplo que el Institut Municipal de l'Esport (IME) hace tiempo que se mostraba favorable a que la Grada Lluís Sitjar pasara de provisional a definitiva, de la misma forma que pensaba el Consejo Superior de Deportes (CSD). Y es por este motivo por el que a Robert Sarver se le está acabando la paciencia. "Está tenso, este tema le desgasta mucho", explican desde el club sobre el estado de ánimo del propietario. El magnate norteamericano considera que ya ha invertido demasiado dinero de su bolsillo para la conservación de una instalación que no es de su propiedad. Si consigue que el Mallorca sea dueño de Son Moix será cuando se ponga manos a la obra para la supresión de la pista y convertir el recinto en un auténtico campo de fútbol. De lo contrario, está dispuesto a dar el paso de abandonar la instalación y levantar una nueva fuera de Palma, en Calvià o Llucmajor.