El Mallorca ya sabe perder. De manera inesperada, el equipo de Vicente Moreno ha encajado la primera derrota de la temporada ante una Peña Deportiva que nunca se ha rendido y siempre ha creído en sus posibilidades. Dos zarpazos en tan solo ocho minutos, y cuando los rojillos mantenían sin excesivos problemas su mínima ventaja, conseguida por Álvaro Bustos a los seis minutos, dieron la vuelta al marcador y propiciaron el primer tropiezo de los rojillos, que acentúan su crisis de juego y resultados.

Fue el de Álvaro Bustos un golazo en toda regla. Cuando ambos equipos buscaban todavía su lugar en el campo, el asturiano controla un balón en el vértice izquierdo del área local, supera al defensa Marcos y conecta un disparo envenenado que se cuela por encima del guardameta Imanol, que solo puede ver cómo el balón se cuela en su portería.

A partir de aquí, el Mallorca jugó a verlas venir. No ha ido nunca en busca del segundo gol. Ni Álex López, ni Abdón, que ha visto la quinta amarilla y no podrá jugar el domingo contra el Atlético Baleares, han dado nunca sensación de peligro.

Es el líder de la categoría, pero no ha tenido ningún rubor en dedicarse a conservar la mínima ventaja. Un riesgo. Es lo más parecido a jugar con fuego, porque te puedes acabar quemando. Y así ha sido. No es que la Peña dominara ni creara peligro. El Mallorca controlaba sin excesivos problemas los intentos del conjunto de Dani Mori. Pero ya se sabe que en el fútbol, en cualquier jugada tonta, en cualquier aproximación al área aparentemente sin peligro, en una falta, te puede acarrear un disgusto.

El Mallorca ha cometido el error de pensar que, con el gol de Bustos, tenía todo el pescado vendido. Al equipo rojillo le espera una segunda vuelta muy complicada, como ya vaticinó el viernes Moreno. Porque los equipos se han reforzado, porque todo el mundo cada vez se juega más cosas y porque, ante el Mallorca -el Barça o el Madrid de la categoría-, todos dan el doscientos por cien.

Así ha ocurrido con la Peña, que nunca se ha dado por vencido. Por ahí empezó a ganar el partido. Consciente de su inferioridad, técnica, física y táctica, los ibicencos disputaron cada balón como si fuera el último. Y cuando eso ocurre suele tener premio.

Llegó en el minuto 71 cuando una falta lanzada por Pepe Bernal de forma suave fue rematada de cabeza por el mallorquín Pau Pomar, ante la pasividad de Raíllo y la estirada tardía de Reina, que llegó a tocar el balón.

No se conformó el equipo local con este gol. El Mallorca quedó tocado ya que empezaba a saborear la victoria, que estaba más del lado local que visitante. Ocho minutos después, Górriz, hijo del legendario defensa de la Real Sociedad de los años 80 -Arconada, Celayeta, Górriz, Gajate, Olaizola...-, se inventó un zurdazo al borde del área que sorprendió a toda la defensa y, de nuevo, a Reina.

El Mallorca ha buscado el gol del empate, pero sin ninguna convicción. La primera derrota es un hecho. Tarde o temprano tenía que llegar, y lo ha hecho de la manera más imprevista, dejándose remontar y ante un equipo en plazas de descenso. El líder, que cada vez lo es menos, sufre una pájara de dimensiones desconocidas. Y deberá encontrar un solución de manera urgente para mantener la primera plaza, una meta que hace muy poco parecía conseguida.