Da la impresión de que este Mallorca no tiene límites. Solo es la jornada catorce, el regreso a Segunda División sigue siendo un sueño, pero es inevitable que las expectativas sigan en lo más alto. Por elevado que sea el obstáculo, siempre encuentra la manera de superarlo, no siempre con brillantez, pero sí con el oficio suficiente como para que sea imposible no ilusionarse con el ascenso. Ayer ganó al Lleida, uno de los rivales más fuertes de la categoría, exhibiendo una pegada que apareció justo cuando más aire necesitaba en cada una de las partes.

Los tantos de Ferran Giner y Álex Serrano son una evidencia más que este equipo tiene fondo de armario, una de las claves que explican por qué domina con insultante solvencia este grupo -treinta y seis de cuarenta y dos puntos posibles-, ya con once puntos de ventaja respecto al Elche y Villarreal B, sus más directos perseguidores. Y basta con ilustrarlo con un ejemplo. Ayer no jugaron tres titulares indiscutibles y no se notó lo más mínimo en un duelo ante el que era el cuarto clasificado. A las bajas por sanción de Pedraza y Abdón se le unió la imprevista del portero Manolo Reina, que llegó a realizar el calentamiento pero que un virus estomacal le dejó sin fuerzas.

Su sustituto Miquel Parera siempre podrá presumir de que en su debut en Liga no encajó ningún tanto y que estuvo a la altura, más allá de algún error de cálculo en alguna salida más fruto de su inactividad que de falta de talento. Moreno demostró valentía apostando por un doble pivote creativo, con Damià y Salva Sevilla, y con Lago junto a Álex López. Y le salió bien porque en la primera mitad fue mejor, dominando el juego y creando ocasiones, como las del propio Álex López -en el minuto nueve y el trece- ante un rival, liderado por unos peligrosos Iván Agudo y Jorge Félix, que sabía contraatacar con mucho criterio.

Y cuando el Lleida estaba más crecido, el Mallorca se vistió de equipo grande. Joan Sastre envió un sensacional centro al corazón del área y Ferran Giner, el más listo de la clase, se adelantó a su marcador y metió la zurda para rematar a gol. El valenciano, que anotó su tercer tanto del curso, insufló tranquilidad en el mejor momento posible. Después de empezar el curso en el banquillo, el ex del Nàstic se ha ganado ser indiscutible en el extremo izquierdo, algo que está provocando que Lago, otro indiscutible, aunque ayer estuviera discreto, juegue en una posición diferente cada semana. En la segunda parte el encuentro cambió sustancialmente porque el Lleida dio un paso hacia adelante, aunque eso no se tradujo en ocasiones claras. Los bermellones demostraron que también saben defenderse como un equipo pequeño, con mucho oficio, pero que muerden cuando pueden. Raíllo, que se llenó de balón con un remate solo en el área, y Álex López, que cuajó una muy buena actuación sin el premio del gol, estuvieron cerca de marcar el segundo.

El preparador introdujo a Álex Serrano para dar más músculo y capacidad de manejar el balón al centro del campo de los baleares, que sentenciaron con una contra dirigida por un sensacional Giner. El tiro fue despejado por Diego Rivas y el rechace, con mucha tranquilidad y calidad, fue aprovechado por el propio Serrano, que se estrenaba como goleador con los mayores. La celebración del gol con el cerca del centenar de aficionados rojillos desplazados al Camp d'Esports es el reflejo de la alegría que está respirando ahora el mallorquinismo. Ese tanto mató al Lleida, que dispuso algunas ocasiones abortadas por Parera, como un chut de Jorge Félix. Ya era demasiado tarde. Los ilerdenses fueron la enésima víctima de un equipo hambriento.