Segundo empate consecutivo del Mallorca en la Liga, esta vez en casa, en la pérdida de los primeros puntos en Son Moix. El equipo de Vicente Moreno atraviesa por un pequeño bache, eso es indudable, no solo porque ha dejado de ganar en los dos últimos partidos, sino porque no encuentra la manera de mostrarse superior a sus rivales, el pasado sábado ante el Formentera y ayer contra un Hércules que supo jugar muy bien sus bazas y que, al final, estuvo más cerca de la victoria que su rival.

Aprovechando la ausencia por sanción de Álex López y que nos encontramos en una semana con tres partidos, Moreno introdujo cambios con respecto al once habitual. Giner fue el dueño del lateral izquierdo, dejando a Bonilla en el banquillo por primera vez en la temporada, y dio entrada en el once a Salva Sevilla y Cano, que junto a Lago en la banda izquierda formaron una línea de tres, con Abdón como único punta.

El equipo encaró bien el partido, con actitud, en busca de un gol que le diera tranquilidad. Que llegó de manera imprevista, de un penalti, claro, por unas manos de Mikel Santamaría a un remate de cabeza de Abdón. El punta artanenc fue espectador privilegiado de la infracción del defensa del Hércules y, como un poseso, se señaló el brazo en dirección al colegiado, que no dudó en señalar la pena máxima. Como especialista consumado, la quiso lanzar Salva Sevilla, pero Abdón lo tenía claro. Se hizo con el balón en cuanto el árbitro señaló el punto de penalti y lo lanzó con convicción, raso, al lado izquierdo de Falcón.

Todo parecía ir a pedir de boca. Ventaja en el ecuador de la primera parte y todo preparado para vivir otra gran fiesta en forma de victoria. Pero con el gol, el Mallorca desapareció. Le concedió descaradamente el balón al Hércules y se preparó para jugar a la contra. El equipo de Claudio Barragán llegaba cada vez de forma más clara, sobre todo por la banda derecha, donde el exrojillo Juanjo Nieto, dicen en Alicante que el jugador más en forma del equipo, ponía los mejores centros. Avisó de sus intenciones el Hércules en el minuto 39 en un remate de Carlos interceptado por Reina, de nuevo inconmensurable. El golpe llegó al filo del descanso cuando Chechu marcó el gol del empate. No se puede decir que fuera injusto porque los alicantinos, el segundo peor visitante del campeonato, habían hecho méritos más que suficientes para no irse en desventaja al vestuario.

Fiel a su estilo, Moreno no se demoró en realizar el primer cambio. Bonilla entró por Pedraza para conformar un esquema más ofensivo. Giner se ubicó de extremo izquierdo y Lago formó dupla atacante con Abdón. Pero no era el día del Mallorca, que se encontró un rival muy ordenado atrás, que nunca se puso nervioso y que aprovechó la ansiedad de los locales. El juego era trabado, continuamente interrumpido. Cada falta del Mallorca acababa con un jugador del Hércules tendido sobre el césped medio moribundo, lo que encrespó a una afición con los nervios a flor de piel intuyendo lo inevitable, la pérdida de los primeros puntos en Son Moix. El árbitro, que se hinchó a mostrar tarjetas, no supo parar la comedia de los jugadores alicantinos, que lograron su objetivo de perder todo el tiempo del mundo.

Moreno removió el banquillo en busca de soluciones que no llegaban. Cedric entró por Cano en el minuto 65 y, diez después, Bryan Reyna por Giner. Pero una vez más se ha demostrado que no por alinear a muchos delanteros se llega con más claridad al área rival. El equipo siguió igual de espeso, fiándolo todo a las faltas laterales de Salva Sevilla, que empezó muy bien pero se fue diluyendo con el paso de los minutos.

La semana de tres partidos, que los más optimistas pensaban que acabaría con la suma de nueve puntos, de momento se queda en dos, a la espera de lo que ocurra el próximo domingo ante el Valencia Mestalla, también en Son Moix. No hay crisis, no puede haberla en un equipo que, no hay que olvidarlo, continúa invicto después de doce jornadas, pero lo cierto es que ha perdido chispa, frescura y claridad a la hora de encarar a los rivales.

No hay motivos para la alarma. Toca enfrentarse ahora a los equipos de la zona noble, un buen examen para calibrar las posibilidades de un grupo que, hasta ahora, se ha mostrado superior a todos sus rivales.