"Mallorca, Mallorca", gritaban orgullosos como si no hubiera mañana los quinientos aficionados que se desplazaron ayer a Formentera para animar a su equipo. Solo habían empatado, un punto que podría saber a poco, pero los hinchas lo dieron por bueno ovacionando a los jugadores nada más finalizar los noventa minutos. Los profesionales también demostraron ser plenamente conscientes de la paliza que se habían metido para ocupar cada uno de los asientos del Municipal de Sant Francesc Xavier. No era para menos. La mayoría de este medio millar de mallorquinistas se había levantado a las seis de la mañana para coger un barco dos horas después desde Palma en dirección a Eivissa.

Ni siquiera era de día y la Estación Marítima Número 3 del Puerto ya estaba teñida de rojo. Grupos de adolescentes, familias enteras, matrimonios mayores, el mallorquinismo no entiende de edad como se demostró ayer una vez más. Tres horas y cuarto después, sin incidentes en el barco de Balearia, llegaron a la Pitiusa mayor, desde donde tuvieron que coger otro barco, para llegar a Formentera. A las 13.15 alcanzaron el destino deseado, algunos más eufóricos que otros porque la cerveza cumplió su función, con la ilusión de presenciar un triunfo. El operativo policial no dejó nada a la improvisación y, según cuentan los veteranos del campo de Sant Francesc Xavier, jamás había habido tanta seguridad en el recinto. Muy animados, los cánticos no cesaron desde el calentamiento hasta los momentos vitales de un encuentro en el que los Lago, Álex López y compañía les necesitaban. Eso sí, el nombre más coreado fue el de Manolo Reina, que se ha convertido en el nuevo ídolo del mallorquinismo.

Después del duelo, casi sin tiempo para digerir el resultado, se desplazaron hasta la Savina para coger otras vez el barco que les debía llevar a Eivissa y, justo después, regresar a casa bien entrada la noche. Ya lo dicen en la famosa canción: "El Mallorca es un sentimiento, que se lleva muy adentro". Es lo que justifica una paliza de este calibre para tener que resignarse a sumar solo un punto.