La falta de puntería y la lotería de los penaltis eliminó anoche al Mallorca de la segunda ronda de la Copa del Rey al caer ante un Lleida que se llevó el gran premio que vino a buscar a la isla. Los errores desde los once metros de Cano y Salva Sevilla, curiosamente dos de los futbolistas más talentosos de la plantilla, condenaron a los bermellones a despedirse de un torneo maldito en las últimas temporadas. Los de Vicente Moreno fueron mejores que los catalanes, pero volvieron a evidenciar su falta de pegada. En la Liga se disimuló gracias a las victorias por la mínima en Peralada (0-1) y ante la Peña Deportiva (1-0), pero en los dos últimos encuentros, en el derbi ante el Atlético Baleares (0-0) y el de ayer, ha demostrado que llueve sobre mojado. Y eso que los protagonistas de la Copa fueron diferentes a los de la Liga, por lo que no se puede hablar de un asunto puntual. Ni mucho menos. Ese es el principal caballo de batalla del entrenador valenciano, que ha conseguido armar un equipo muy sólido atrás, que apenas concede ocasiones al adversario, pero que sufre demasiado para materializar sus oportunidades. Y eso en el torneo del KO es letal si después en la fatídica tanda de penaltis el acierto no se viste de bermellón.

Quedar apeados a las primeras de cambio en casa es una decepción mayúscula, es evidente, sobre todo frente a un Lleida que jugó con su equipo de gala y que apenas inquietó la portería del debutante Parera. Hubiera sido bonito superar alguna ronda más, ya no solo para dejar atrás la triste tónica de campañas anteriores en esta competición, sino para despertar la ilusión despertar la ilusión de una afición que merece ver a su equipo con rivales de mayor entidad.

No obstante, no hay que engañarse. Como pasa siempre cuando se reflexiona tras decir adiós a la Copa, las urgencias de este Mallorca 2017/2018 están muy alejadas de esto. Regresar a la Liga de Fútbol Profesional es obligado y los tres puntos de este domingo ante el Atlético Saguntino son innegociables. Ahí sí que hay que ganar.

Moreno apostó por un once revolucionario, con el estreno de Núñez, Pierre, Rufo, que dejó una grata impresión, y Cano en el once titular. Los rojillos podrían haber encarrilado el duelo a base de fogonazos porque, aunque fue mejor que el rival, su juego tampoco fue tan fluido. Cedric, con una doble ocasión, pudo adelantar a los suyos. El Lleida, que solo se aferraba a algún contraataque esporádico, se limitaba a defender. La segunda mitad fue un poco más animada que la primera, pero Cano y Rufo fallaron en sus remates en las pocas oportunidades claras del Mallorca. Los visitantes buscaron descaradamente la prórroga y, ni el estreno de Giner y Salva Sevilla, cambió la cosas. Precisamente el almeriense sería el triste protagonista al fallar, junto a Cano, uno de los penaltis. Solo es la Copa, pero este KO es un mensaje para todos. Toca afinar puntería de una vez.