Dos goles, seis puntos. Un Mallorca eminentemente práctico, sin ningún tipo de florituras, ha estrenado la Segunda B en Son Moix con una mínima victoria gracias al gol de Lago Junior a los seis minutos de la segunda parte, evitando de esta manera el primer jarro de agua fría para la afición. No hay que lanzar ni mucho menos las campanas al vuelo porque queda todo un mundo por delante y muchísimas cosas que mejorar. Pero, tras las dos primeras jornadas, se pueden extraer, por encima de muchas otras, dos consideraciones: a la espera de medirse a rivales de mayor potencial, el equipo apenas sufre en defensa y, por contra, como ya se ha comprobado durante la pretemporada, sufre horrores para marcar, aspecto al que el equipo deberá aplicarse para evitarse sustos como el de ayer.

Desde el pitido inicial se pudo comprobar que hay, más que hambre de fútbol, hambre de victorias entre una afición que quiere ver a su equipo luchando por el ascenso, sin excusas. La afición respondió, y de qué manera. La cifra oficial de espectadores facilitada por el club fue de 5.788, pero lo cierto es que, en el estadio, parecían muchos más. La tribuna cubierta prácticamente se llenó y la grada Lluís Sitjar presentó un muy buen aspecto. A Molango, que tuvo que escuchar el manido 'vete ya' de un reducido sector de la afición, no le quedará más remedio que abrir la tribuna sol.

El equipo de Vicente Moreno, que introdujo el único cambio de José Ángel por Xisco Campos en el centro de la defensa con respecto al equipo que se impuso en Peralada en el estreno liguero, empezó bien, con fuerza, dispuesto a encarrilar el partido desde los primeros minutos. Pero delante se encontró a un rival que, por encima de sus muchas carencias, mostró orden, un aspecto vital en el fútbol. A medida que pasaban los minutos, se le atragantaba al Mallorca, al que le costaba horrores construir el juego y mucho más crear ocasiones. A los seis minutos Denis, guardameta de la Penya Deportiva, se lució a un remate de cabeza de Cedric, el delantero más peligroso del Mallorca, aunque sin que su actuación fuera para lanzar cohetes. El equipo de Moreno, que a la media hora puso a calentar a todos los suplentes, era previsible en su juego. Nunca sorprendía a la defensa ibicenca, que se mostró muy cómoda durante toda la primera parte.

Pero, como ocurrió en Peralada, el Mallorca puso una marcha más en el segundo periodo y los frutos llegaron muy pronto. A los seis minutos Lago culmina un avance de Álex López y un centro al primer toque de Bonilla. El lateral procedente del Pontevedra volvió a demostrar que dispone de una zurda más que apreciable. Sus centros desde la banda son siempre equilibrados y un regalo para cualquier delantero que se precie. Por este lado deben llegar muchas alegrías esta temporada.

Moreno había dado entrada tras el descanso a Abdón y Bryan Reyna, internacional sub 20 peruano, un delantero menudo pero que lleva tatuada la palabra peligro en la frente. Va sobrado de calidad. Moreno no le quita el ojo de encima y, si no se lo cree, el futuro es suyo.

Transcurría el partido sin excesivos sobresaltos hasta que a falta de un cuarto de hora Sastre, inocente, vio la segunda amarilla y dejó al Mallorca con diez. Raudo, Moreno dio entrada a Xisco Campos para defender la mínima ventaja en sustitución de un Álex López que de momento solo exhibe pelea, por mucho que el gol de la victoria naciera de sus botas.

La Penya se hizo dueña del juego hasta que Rueda, que llevaba 25 minutos sobre el césped, vio una doble amarilla por protestar una caída dentro del área. Pensando que el árbitro señalaría penalti, lo que vio fue una tarjeta por simular la caída, según el colegiado, lo que indignó al jugador ibicenco, que tuvo que abandonar el terreno de juego. Al final, con más sufrimiento del esperado, el Mallorca consiguió los tres puntos, que es de lo que se trata en esta categoría. Esto acaba de empezar, pero el equipo deberá mejorar mucho sus prestaciones para cuando toque enfrentarse a los equipos que lucharán por el ascenso. El centro del campo no es protagonista, con un Pedraza de corte defensivo y un Damià que tuvo que escuchar el run-run de la afición ante las continuas pérdidas de balón. Hay tiempo para corregir, pero sin pausa, porque el próxima sábado llega el esperado derbi palmesano, 36 años después. Para no perdérselo.