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Análisis

El Mallorca y su rico dueño en la cola del fútbol más modesto

La imagen de Sarver en el baño de Peralada es la viva representación de lo que es el Mallorca

Sarver hace cola en el baño de caballeros.

El fútbol tiene estas cosas. Este caballero, tan curioso, tan despistado y divertidamente desenfadado, que espera, con los brazos cruzados, haciendo cola en el único wáter del Camp Municipal de Peralada, para hacer pipí en el descanso del partido Peralada-Real Mallorca (0-1), con el que el club rojillo regresó, 37 años después de mantenerse en el fútbol profesional (Primera y Segunda División) al Grupo III de la Segunda B, es, nada más y nada menos, que el milmillonario Robert Sarver, propietario de la entidad balear desde hace algo más de un año, cuando le compró, por poco más de 20 millones de euros, sus acciones al intrépido y escasamente popular Utz Claassen, que se las daba de sabio y fue un auténtico desastre al frente del Real Mallorca.

Sarver, nacido en Tucson (Arizona, EEUU, 1961), uno de los norteamericanos más ricos del mundo, propietario de los Phoenix Suns, de la NBA, y dueño del Western Alliance Bank, después de fundar, con solo 23 años, el Banco Nacional de Arizona, vendérselo y crear el Grossmont Bank, otro coloso financiero que también se vendió, parece decidido a cumplir la palabra que dio, por escrito, cuando aseguró que no abandonaría la nave rojilla pese al descenso a Segunda B "porque quiero que el Mallorca regrese a su época dorada", aquella en la que jugó una final de la Recopa, tuvo dos presencias en la Champions League y ganó una Copa del Rey, de la mano de entrenadores como Héctor Cuper, Luis Aragonés y Gregorio Manzano.

Sarver, que acudió a Peralada acompañado de Maheta Molango, el primer ejecutivo del Mallorca, no demasiado querido ni admirado en la isla, compró el club a través de una de sus empresas, la Liga ACQ Legacy, cuya propiedad comparte con el extenista Andy Kohlberg y el legendario jugador de la NBA, Steve Nash, dos veces nominado MVP del campeonato más famoso del mundo, y que, de vez en cuando, se deja caer por Mallorca sin tener, en efecto, peso alguno en la gestión de la entidad rojilla. Antes de comprar el Real Mallorca, Sarver negoció la compra del Glasgow Rangers, Levante y RCD Espanyol, sin suerte en ninguno de los tres casos.

Sarver, que aseguró habérselo pasado muy bien en Peralada, "y no solo por el triunfo del Mallorca", presenció el partido en la modesta tribuna del estadio, pegadito a las piscinas donde decenas de veraneantes disfrutaban de un espléndido domingo de agosto. Preguntado Vicente Moreno, el nuevo técnico valenciano del Real Mallorca, por la presencia del 'jefe' en el primer partido de la nueva era rojilla, comentó que "el señor Sarver no está eufórico, está, como yo, contento con el resultado y este arranque prometedor. Todos sabemos, y él el primero, dónde estamos y el esfuerzo que nos va a costar pelear por volver a subir a Segunda División A".

Esa imagen es la viva representación de lo que es, en estos momentos, el Real Mallorca, un club histórico, un club que era popular y ha dejado de ser, un club grande que se codeaba con los grandes y que, ahora, en manos de un rico banquero norteamericano ha de hacer cola en el primer peldaño del fútbol aficionado para intentar ascender, de nuevo, la escalera del profesionalismo. ¡Ojalá! la imagen de un Robert Sarver cómplice de su club sirva para que los seguidores rojillos vuelvan a creer que se puede remontar el vuelo y poner los cimientos para un proyecto algo más creíble que el vivido hasta la fecha.

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