Por la forma de actuar de Sarver, eso sí, desde la distancia, queda meridianamente claro que no acaba de fiarse ni de Molango ni de Recio. A este le ha buscado sustituto en la persona de Nando Pons. Y al consejero delegado quiere colocarle una persona al lado que controle sus movimientos.
De la reunión del jueves en Arizona, ambos personajes pueden haber sido ratificados en sus cargos, pero que han dejado un rastro de razonables dudas en sus actuaciones también ha quedado claro. Llegarán o no los profesionales que busca el empresario norteamericano, pero tanto el consejero delegado como el director deportivo saben que están en el ojo del huracán, no solo de la afición, sino de la propiedad.
Se hace difícil pensar que, con la tragedia, social, económica y deportiva, que ha supuesto la pérdida de categoría, todo siga igual en el Mallorca, con las mismas personas que han liderado el proyecto permaneciendo en sus poltronas. A no ser que Molango haya convencido a su jefe superior de que la máxima culpa de lo sucedido es de los jugadores, que no han dado la talla, y de ahí la limpieza que ha hecho. Todos deben asumir su responsabilidad y no se puede eludir.
