El consejero delegado del Mallorca Maheta Molango, a la fuga desde la dramática derrota en Anduva, compareció ayer para demostrarnos que no ha asimilado para nada la difícil situación a la que ha abocado al club con su nefasta gestión deportiva, que es lo que preocupa sobremanera a los aficionados. Molango no mostró ninguna intención de asumir responsabilidades por el fiasco, algo que hizo extensivo a su mano derecha en la dirección deportiva.
Pero lo peor, siendo eso grave, no fue su valoración del pasado inmediato, sino su visión descorazonadora de lo que le espera al Mallorca si él continúa, como parece va a ser, al frente de la gestión del club. Molango, más allá de pedir disculpas con la boca pequeña, echó un jarro de agua fría sobre los aficionados al decir que un equipo que no hace tanto estaba en Primera División, iba a salir el próximo año a competir, y no a ascender como objetivo irrenunciable, en Segunda B, una categoría no profesional.
Puede ser una medida de lo que le espera a ese Mallorca, que ha caído en un pozo en el que verdaderamente es difícil salir si no se ponen rápido los cimientos. Molango ve en el descenso una oportunidad para "renacer"desde unas báses sólidas, aunque lo único que dejó claro es que lo que viene es una reestructuración de la entidad marcada por una bajada del presupuesto. La Segunda B será una división complicada, sobre todo porque ni Molango ni Recio tienen la sensación de haber hecho las cosas mal. Y ya se sabe que en esta vida el peor ciego es aquel que no quiere ver.
