Maheta Molango quiere seguir liderando el Mallorca, aunque sea en Segunda B. El consejero delegado anunciará hoy en su comparecencia ante la prensa -al cierre de esta edición no estaba confirmada la hora ni el lugar- que va a continuar en el club a pesar del desastroso desenlace de su gestión deportiva. Por mucho que sea el gran señalado por la afición después de que la entidad haya salido del fútbol profesional treinta y seis años después, tiene claro que quiere seguir en el cargo.

Será la primera vez que habla ante los periodistas desde que se consumó el desastre, cuarenta y ocho horas después de su sonada espantada en Anduva. El suizo sorprendió a la plantilla el pasado domingo tras el vergonzoso empate ante un desahuciado Mirandés que condenaba a los bermellones a la categoría de bronce del fútbol español (2-2). En lugar de acudir al vestuario a animar a los jugadores y al cuerpo técnico tras un descalabro de ese calibre, prefirió abandonar el modesto estadio de Miranda de Ebro para no dar la cara. Ni ante los trescientos aficionados que se habían desplazado hasta la ciudad burgalesa ni ante los enviados especiales de los medios de comunicación, que esperaban transmitir a la hinchada las impresiones del máximo responsable. No era una jornada cualquiera. Ni mucho menos. La peor en casi cuatro décadas, pero el hombre fuerte del propietario Robert Sarver, muy afectado, optó por el silencio. De hecho, son muchas voces de dentro y fuera del club que critican que en dos días ningún ejecutivo de la entidad haya ofrecido una explicación de los sucedido.

El embajador Iván Campo, que dio su versión en el exterior de Anduva el mismo domingo, y el presidente Monti Galmés, ayer en Son Sant Joan, transmitieron su pesar al mallorquinismo, pero lo cierto es que ninguno de los dos ha tomado ni una sola decisión deportiva. Su responsabilidad en el apartado que ha llevado al club a Segunda B es nula. Y el técnico Sergi Barjuan, el último en llegar ya que apenas ha estado poco más de dos meses, apostó por hablar del rendimiento del equipo el tiempo que ha estado en el banquillo sin querer entrar en más polémicas. El capitán Cabrero y Brandon Thomas también asumieron su papel, pero ni el consejero delegado ni el director deportivo, Javier Recio, tuvieron la más mínima intención de enviar un mensaje a una afición destrozada. Hasta hoy.

Molango, que ayer se quedó en Madrid y no regresó con el resto de la expedición a la isla por la mañana, ha tenido tiempo de preparar un discurso con una idea innegociable. No tiene ninguna intención de dimitir. Y se va a encargar de transmitir de que es una decisión en firme. Se siente con fuerzas y capacitado para revertir la situación y devolver al equipo a Segunda División, como mínimo, lo antes posible. Y un detalle imprescindible en esta historia. El propietario Robert Sarver y el accionista Andy Kohlberg son partidarios de darle un margen de confianza a pesar de los nefastos resultados deportivos en su primera temporada completa al frente del club. Los estadounidenses son muy conservadores, como ya han demostrado en los Suns de Phoenix de la NBA, y están convencidos de que Molango tiene derecho a intentar resolver lo que ha estropeado. Además, también va a lanzar el mensaje de que la propiedad, a pesar de las grandes obligaciones económicas que debe asumir a corto plazo, está dispuesta a seguir aportando liquidez para la supervivencia del Mallorca.

El joven dirigente, de apenas 34 años, siente que los focos también deben apuntar al trabajo de Recio y, sobre todo, de los jugadores. Considera que la mayoría de futbolistas han estado muy por debajo de su nivel y está enfadado porque ha intentado que trabajaran en las mejores condiciones posibles para elevar su rendimiento. Todos los empleados han cobrado al día, algo que no pasa en muchos clubes de Segunda División, y las instalaciones de Son Moix y de la ciudad deportiva de Son Bibiloni han mejorado sustancialmente su aspecto en todos los niveles. Sin embargo, lamenta que los profesionales que han saltado al césped no han dado la talla.

Está por ver si Recio continuará en el cargo para diseñar la plantilla que jugará la próxima campaña en Segunda B después de la nefasta experiencia de este curso. A buen seguro que será una de las grandes preguntas que se le formularán hoy, aunque hay muchas más acerca del futuro de un club que ha tocado fondo.

Ni un hincha en Son Sant Joan

Por otra parte, ningún aficionado se acercó ayer a Son Sant Joan en el regreso del equipo desde Miranda de Ebro para recriminar el descenso a la plantilla. Las caras eran largas por la decepción, aunque la imagen tampoco distaba de muchas otras tras sufrir una derrota. Los jugadores pasaron desapercibidos entre la multitud que abarrotaba la terminal de llegadas del aeropuerto. Quizá el sábado, en el duelo ante el Getafe en el Iberostar Estadio que cierra la temporada, será otra historia. Es el adiós al fútbol profesional.