El Mallorca tiene un pie y medio en Segunda B. El empate sin goles ante el Numancia deja en una situación muy delicada a los de Sergi Barjuan, que necesitan prácticamente de un milagro para conservar la categoría, un milagro en forma de dos victorias en los dos encuentros que restan y esperar a que el Nàstic, el gran triunfador de la jornada, pinche en forma de derrota. Y ni aún así es probable que no baste porque ahora el Nàstic tiene el golaverage general favorable en dos goles con respecto a los mallorquinistas.

El equipo rojillo, arropado por casi quince mil aficionados, se ha mostrado incapaz ante un Numancia que llegó a Palma con la lección bien aprendida. Arrasate, técnico del conjunto soriano, daba por bueno el punto. Y lo demostró colocando una defensa de cinco que se le atragantó a Lago, Brandon y compañía, que no acertaron a crear ni tan siquiera peligro en la portería de Aitor Fernández. Lo del Mallorca ha sido un querer y no poder. Es verdad que con el técnico catalán se ha ganado en orden y fiabilidad. Pero sigue conservando el equipo un hándicap que le va a costar la categoría: su falta de gol e incapacidad para crear ocasiones. La solución para el técnico esta tarde ha sido Dalmau, sustituto de un Brandon desacertadísimo y que que ha sido pitado cuando ha sido sustituido en el minuto 64, y Lekic, que entró a falta de quince minutos y, en el 89, tuvo en su cabeza el gol de la victoria, en un remate a un saque de esquina despejado por el portero del conjunto numantino en su única intervención de mérito en toda la tarde. Muy poco remate para un Mallorca que se jugaba la vida.

Las caras de los jugadores al término del partido lo decían todo. Sabían que la victoria del Nàstic ante el Girona les deja a los pies de los caballos. Ya no quedan fuerzas. El próximo domingo se visita al descendido Mirandés, pero una victoria del Nàstic puede hacer inútil una hipotética del Mallorca. Aunque este equipo es tan poco fiable, lo ha sido tanto durante toda la temporada, que nadie da por hecho lo que en otras circunstancias sí se daría, un triunfo rojillo en Anduva. La situación se ha tornado en insostenible y, salvo un milagro en el que ya muy pocos creen, el Mallorca jugará la próxima temporada en Segunda B.