Nueva derrota y nuevo paso hacia el abismo. En el que ha sido considerado toda la semana por los jugadores y el cuerpo técnico como una final por la permanencia, el Mallorca volvió a decepcionar y cayó ante el Alcorcón, también en zona de descenso, por un gol a cero, marcado en el primer minuto de la segunda parte. El tanto del conjunto madrileño llegó como otras tantas veces, por el despiste en jugadas a balón parado. Unas veces es de falta. Ayer, de saque de esquina que remató Owona a placer, sin que ningún defensa del Mallorca le obstaculizase.

La reacción se produjo a raíz del gol local. Presionado por el resultado y por el tiempo, el equipo de Olaizola acosó la portería de Dmitrovic, el mejor jugador de su equipo, que con un par de internvenciones dio la victoria y los tres puntos al Alcorcón. A los cinco minutos de este segundo tiempo Lago tuvo el empate a un centro de Salomao, el mejor rojillo ayer, pero su remate a bocajarro fue detenido por el portero. Siete minutos después se volvió a lucir a un saque de falta de Moutinho. Y en el 74, Lekic tiró alto un centro de Salomao. Fueron las tres únicas ocasiones para marcar en todo el partido, de nuevo decepcionante, donde no cabía lugar a la especulación.

El Mallorca está herido de muerte. La esperanza para la salvación es que de los diez partidos que restan para el final del campeonato seis son en Son Moix, donde el equipo ofrece un mejor rendimiento. Fuera de Palma el equipo es un espanto, tanto en juego como en resultados. Ayer no fue una excepción. Y el Mallorca volvió a perder. El tiempo se acaba y el equipo no reacciona.