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Falta calidad y autocrítica

Falta calidad y autocrítica manu mielniezuk

Tan mal están las cosas, en situación tan desesperada se encuentra el Mallorca, que un empate, por mucho que sea ante el líder, se vende como una victoria, como un paso de gigante para la permanencia. Un empate que pudo acabar en derrota si Santamaría no se hubiera lucido de la manera en que lo hizo en la primera parte, y, hay que reconocerlo, también en victoria si se se hubieran aprovechado las ocasiones que se tuvieron ante un rival que jugó la última media hora en inferioridad numérica.

Una vez más, quedó patente la falta de calidad en las dos áreas. Lo dijo Olaizola al término del partido: "Pagamos los errores en las áreas". En pocos partidos ha tenido el Mallorca tantas ocasiones como ante el líder, superado desde la expulsión de Róber en el minuto 64. Pero se erró de manera lamentable, sobre todo Moutinho, que con la portería vacía no supo tirar entre los tres palos, y Lekic, que no acertó en su mano a mano con Raúl que hubiera dado los tres puntos a su equipo. Por no hablar de la defensa. Encajó uno, en un error en cadena de toda la zaga, como pudieron ser cuatro si Santamaría y la madera no lo impiden.

El problema del equipo, o uno de los muchos que padece, es que, tras un partido más que digno, la falta de continuidad ha sido la tónica. La esperanza, ¡por un empate en casa!, ha renacido, pero la historia que le espera al equipo en Alcorcón el viernes es diametralmente opuesta. Está claro que si juega con la ambición que mostró el sábado estará cerca de ganar. Pero los precedentes no invitan precisamente al optimismo. El Mallorca es un equipo cobarde en las salidas, conformista e incapaz de reaccionar al mínimo contratiempo. Empieza a ser hora de que lo haga para no empezar a ver la posibilidad de salvación como una utopía.

Si los graves incidentes ocurridos en Alaró hace una semana han servido para que todas las partes implicadas en este circo en que se ha convertido el fútbol tomen conciencia de lo que no se debe hacer, de que la violencia en cualquier orden de la vida, no solo en el deporte, no conduce a nada, habrá que darlos por buenos. La reacción de los dos clubes implicados, con algún que otro pero, ha sido ejemplar; también la de la Federación Balear, con la clausura de los campos; e incluso la de los árbitros, que amenazan con suspender los partidos al segundo insulto que proceda de las gradas, en una medida que hace tiempo debía haberse tomado. Alaró, Mallorca, ha sido portada en prensa, radio y televisión por un hecho deplorable. Que sirva de lección para evitar tropezar dos veces en la misma piedra.

Joan Mir ratificó ayer a la primera, en el estreno del Mundial de Motociclismo en Catar, lo que los expertos apuntan desde hace tiempo: que estamos ante un futuro campeón del mundo. De momento de Moto3 y después el tiempo dirá. Con solo 20 años, y ganador el curso pasado en Austria, demostró ayer que está dispuesto a luchar por el título este mismo año. De calidad y ambición va sobrado. El mallorquín está llamado a ser uno de los hombres del año y romper el monopolio de Jorge Lorenzo como balear campeón del mundo.

Espectáculo en son Moix. El Palau volvió a quedarse pequeño con motivo de un partido de fútbol sala, lo que empieza a dejar de ser noticia. Aunque el resultado prima en el deporte, lo trascendente ayer fue el espectáculo ofrecido por los protagonistas en la pista y por el público que abarrotó el recinto en la grada. Con partidos como el Palma Futsal-Barcelona, el fútbol sala tiene larga vida.

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