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Preferiría no hacerlo

El alquimista

Olaizola espera dar con una solución por el procedimiento de pegar tiros al aire, muy respetable en pretemporada pero fuera de lugar en el tramo decisivo de la competición

El alquimista

El Mallorca puso en la cazuela los mismos ingredientes de siempre: un puñado de desesperación, una pizca de mala puntería y un ramillete de errores defensivos. A los fogones Javier Olaizola, decidido a probar multitud de recetas hasta que el mejunje le salga comestible. A los más complacientes el del sábado les supo a gloria porque, a fin de cuentas, se empató contra el líder. Un Levante que se tomó el partido como un trámite engorroso antes de celebrar un ascenso que tiene en el bolsillo y que jugó con diez la última media hora, pero líder al fin y al cabo. El problema es que el Mallorca no rescató un punto, se le escaparon dos. Imprescindibles para que esta semana se hubiera podido calificar la permanencia de proeza y no de imposible.

Profeta Recio

Olaizola, más alquimista que cocinero, acertó con Santamaría y erró con Álex Vallejo y Juanjo Nieto, su última esperanza para poder presumir de apuesta por la cantera. El técnico espera dar con la solución por el procedimiento de pegar tiros al aire, muy respetable en pretemporada pero fuera de lugar en el tramo decisivo del campeonato. Es igual. Haciendo un esfuerzo por no importunar a Molango pareciendo tóxicos, daremos el punto por bueno. Además, con buenas sensaciones todo se digiere mejor, hasta un descenso. El Nàstic sí ganó y ya está a cinco puntos del Mallorca. Pero es improbable que vayan mucho más lejos sin Lekic, Dalmau u Óscar Díaz. "Cualquiera de nuestos delanteros puede llegar a quince goles". Palabras de Javi Recio en septiembre. Todavía hay tiempo.

Un velo

Los ecos de la batalla de Alaró van apagándose dejando una pregunta en el aire: ¿Y ahora qué? Después de las obligadas condenas de la violencia, las muestras de solidaridad y la consternación expresada por los clubes implicados, un velo empieza a cubrir el recuerdo de aquellos incidentes. El fútbol balear confía en que no se reproduzca la bochornosa trifulca que protagonizaron algunos padres hace ahora una semana. O, en su defecto, que no haya nadie para grabarla. Se está escapando el tren para poner coto a la violencia en el fútbol de verdad, no solo de boquilla. La indulgencia mostrada por el comité de competición es un pésima noticia. Y Miquel Bestard ejerce de padre comprensivo en lugar de atacar el problema de raíz. Solo los árbitros parecen haberse tomado en serio el problema, hartos de la indefensión que sufren pese a estar cada fin de semana en primera línea de la batalla.

Epílogo

"Sufrí el racismo interno de las redacciones contra el periodismo deportivo. Mi director me dijo, ´no desperdicies la firma haciendo deportes, busca un pseudónimo´". He recordado muchas veces estas palabras de Antonio Franco desde que las leí en una entrevista publicada por este diario en 2010. Qué difícil es erradicar los prejuicios, sobre todo cuando están tan arraigados. Durante estos últimos años he conocido a muchos periodistas deportivos que dignifican su trabajo a diario. También a unos pocos que no dejan pasar la ocasión de pegar una coz al código deontológico de la profesión. Da igual, siempre habrá buenos y malos. Empecé a calibrar con exactitud la complejidad del periodismo deportivo cuando recién aterrizado tuve que editar la crónica de un colaborador que arrancaba con esta sentencia: "Ganó el favorito en una tarde de sorpresas". Pasaron los años, hubo otros dilemas y muchas cosas de las que asombrarme. Despido una etapa en estas páginas más sabio, más reflexivo y con el trauma de no haber podido sacar nunca una frase inteligente a un futbolista. Esperan otras cosas que contar. Gracias a los que encajaron las críticas con deportividad. Hubiera preferido no hacerlo.

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