No sería justo reconocer que el Mallorca hizo ayer un lavado de cara con respecto a sus deprimentes últimas actuaciones. Pero, aunque delante tenía nada menos que al líder, ni así le bastó para sumar la séptima victoria de la temporada, que tan cerca estuvo, pero también tan lejos. Fue un partido de dos caras, una para el Levante, que pudo haber sentenciado en la primera parte si no se hubiera encontrado con un sensacional Santamaría, y otra para el Mallorca, que gozó de claras ocasiones para dar la vuelta al marcador, sobre todo cuando su rival se quedó en inferioridad.
Habría motivos para creer en este equipo, por lo visto ayer, si no fuera porque se ha mostrado no solo incapaz de ganar dos partidos de forma consecutiva
-difícil cuando solo se suman seis en 31-, sino de mantener el nivel que exige la competición. El Mallorca ganó ayer un punto de moral, por la entidad del rival, que debe ayudar a dar un plus en los dos próximos partidos ante rivales de su liga, como el Alcorcón y el Nàstic. Del encuentro de ayer quedó claro que Juanjo no debe ser titular, Culio ha de jugar en el centro y Salomao se merece más oportunidades.
