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Fin de trayecto

No queda nada de aquel Olaizola que proclamaba ufano lo bien que jugaba su equipo mientras el rival de turno celebraba la victoria. Nadie perdía o empataba con tanta elegancia como el Mallorca, pero hasta las buenas sensaciones le han abandonado.

Decir que Olaizola dotó al equipo de un gen competitivo es ser muy generoso con el vasco. Cosas de pelotas y aduladores. Como mucho el técnico consiguió un lavado de cara, insuficiente para sumar puntos pero suficiente para mantenerse él en el cargo. Ahora ya ni siquiera le queda esa coartada porque el Mallorca perdió en El Alcoraz como un equipo vulgar, así que lo normal es que haya llegado al final del trayecto. Da igual. Otro cambio en el banquillo es irrelevante porque esto ya no lo salva nadie.

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