Diario de Mallorca

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Un equipo roto

Cuando parecía que el Mallorca regresaría de Huesca con un punto que servía de muy poco, se dio un batacazo monumental encajando un gol cuando el árbitro ya tenía el silbato en la boca listo para señalar el final del partido. Los siete minutos que transcurrieron desde el gol del empate de Moutinho hasta el de la victoria de los locales es el mejor resumen de lo que es este Mallorca: un equipo sin alma, miedoso, consumido por la ansiedad al ver cada vez más cerca un descenso del que ya muy pocos dudan y que se funde cuando le aprietan un poco. Como casi siempre, al menos con Olaizola en el banquillo, el equipo se desmoronó en el comienzo de la segunda parte. Pero el mal empezó mucho antes, en la falta de ambición de un colectivo al que solo le sirve la victoria. Y no se enteran.

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