El Mallorca agoniza. El equipo de Javier Olaizola ha perdido en Huesca (2-1) algo más que tres puntos. Y lo ha hecho de la forma más cruel. En el minuto 94, en la última jugada del partido, en un remate de cabeza de Alexander González, que le ganó la partida en el salto a Angeliño. El gol de la victoria de los locales llegó solo seis minutos después de que los rojillos consiguieran lo más difícil, empatar, por medio de Moutinho, con un zarpazo desde fuera del área. Desde ese momento y hasta el final, el Mallorca ha sido un esperpento. El Huesca ha apretado el acelerador y ha empezado a provocar saques de esquina y faltas. Y hasta ha obligado a Cabrero a realizar un paradón que hubiera supuesto el 2-1, que llegaría pocos minutos después.

La derrota deja al equipo en una situación delicadísima en la clasificación cuando tan solo faltan doce jornadas para el final. Y sobre todo, en el aspecto anímico, perder de esta manera, cuando al menos se arañaba un punto que tampoco servía para mucho, deja a los jugadores muy tocados. La noticia estuvo al final del partido cuando Javier Olaizola en rueda de prensa, ha dicho que estaba dispuesto a dar un paso a un lado si el club decide sustituirle. Por si quedaba alguna duda, fue la más clara demostración de la impotencia de un entrenador que ya hace tiempo que no sabe qué tecla tocar. Once puntos de 39 posibles es un balance muy pobre, sinónimo de destitución. Habrá que estar atentos para ver lo que pasa en las próximas horas.