No hay paz para el Real Mallorca. A diez minutos del final el árbitro desactivó un triunfo que los bermellones mascaban desde el primer acto, cuando Raíllo cabeceó impecablemente un córner. El penalti, inexistente, sirvió el empate en bandeja al UCAM. Pero harían bien los hombres de Olaizola en hacer examen de conciencia.

Tiraron a la basura toda la segunda parte, más preocupados por proteger los tres puntos que por sentenciar a un UCAM que no inquietaba demasiado. Se vio al Mallorca más temeroso de la ´era Olaizola´, olvidado por completo de atacar y reafirmar un triunfo que hubiera sido estratégico.

Olaizola hizo lo que suelen hacer todos los entrenadores con el agua al cuello: echar el candado. Desterró su habitual 4-4-2 y alineó una defensa de cinco con tres centrales -Yuste, Raíllo y Ansotegi- y dos laterales con libertad para recorrer los dos carriles -Angeliño y Company-. Una idea que utilizan con éxito equipos como el Girona, pero inédita en la etapa del técnico vasco.

UCAM y Mallorca tardaron en desperezarse. Hubo un largo tanteo inicial, con los bermellones acomodándose al nuevo sistema y los murcianos jugando en horizontal. Hasta que Raíllo puso el despertador superado el cuarto de hora. Culio botó un córner y el central se elevó sin oposición para cabecear a la red. Un remate limpio que allanaba el camino a los hombres de Javier Olaizola.

El gol mandó al conjunto local a la lona. Brandon tuvo el 0-2 con un disparo que acabó en el exterior de la red. Juan Domínguez disparó con el punto de mira desviado instantes después.

No hubo respuesta del UCAM. El Mallorca se replegó muy bien atrás, con Ansotegi ejerciendo de Mariscal, y muy pocas veces los murcianos pudieron pisar el área grande antes del descanso. Company sujetó bien a Collantes, el local más resuelto, y Cabrero vivió un primer acto plácido.

En cambio, no hubo noticias del bloque de Olaizola en ataque. Demasiado condicionado por un sistema que le obligaba a mirar siempre por el retrovisor y temeroso de perder su exigua renta, se olvidó del meta Biel Ribas.

La segunda parte alumbró a un UCAM que percutió con insistencia sobre la portería de Cabrero. Basha e Ibán Salvador se acercaron mucho al empate en dos ocasiones consecutivas. El guión del encuentro había cambiado completamente.

El miedo fue siempre el mayor enemigo de un Mallorca receloso y atosigado por las urgencias clasificatorias. Cualquier aproximación del conjunto universitario despertaba los fantasmas mientras Olaizola pedía calma con insistencia desde el banquillo.

El Mallorca renunció al esférico. Sasa y Culio se replegaron hasta convertirse en dos defensas más, y arriba Lago peleaba en solitario tratando de inventar alguna acción de ataque.

El Mallorca más conservador de la ´era Olaizola' no tenía más plan que defender los tres puntos, petróleo, para un grupo con la soga al cuello. Hasta que el árbitro echó por tierra todas las esperanzas rojillas cuando interpretó, erróneamente, que Company había derribado a un jugador del UCAM en el área.

Lo transformó Jona a diez minutos del final, dejando sin resuello a un Mallorca que ya soñaba con dar un paso de gigante en su intento por salir del pozo. Tuvo el triunfo Angeliño en el descuento en un mano a mano con Biel Ribas, pero el portero le ganó la partida. Al final el grupo bermellón dio un paso, pero insuficiente.

UCAM MUrcia: Biel Ribas, Tekio, Albizua, Hugo Álvarez, Morillas , Tito (Nono, m. 46), Juande, Basha, Collantes (Vicente, m. 58), Ibán Salvador (Natalio, m.67) y Jona.

MALLORCA: Cabrero; Company, Raíllo, Yuste, Ansotegi, Angeliño; Sasa, Juan Domínguez (Joan Oriol, m. 67); Culio, Lago Junior y Brandon (Lekic, m.73).

GOLES: 0-1; Raíllo cabecea un córner botado por Culio (m. 16); 1-1. Jona, de penalti (m.81).