Juan Culio comparte la responsabilidad de su expulsión con Javier Olaizola, el único en Montilivi que no presagió una roja cantada. El colegiado amonestó al argentino en la primera parte y le perdonó la segunda en dos ocasiones hasta que, a cinco del final, le mandó a la ducha. El técnico vasco erró gravemente al no contemplar el cambio del argentino, un futbolista sobrado de testosterona y siempre al límite del reglamento.

Culio estaba siendo uno de los jugadores más destacados del Mallorca, protagonista en el baño que el bloque bermellón estaba infligiendo al Girona particularmente en la primera mitad. Pero con una amarilla a cuestas debió evitar el choque con el rival. Y Olaizola adelantarse a los acontecimientos. Ni uno ni otro estuvo a la altura, y el Mallorca se quedó con diez y sin posibilidad de igualar el gol que vino inmediatamente después.