El Real Mallorca afrontará el domingo su primera final por la permanencia de la temporada. La visita del Rayo Vallecano ha adquirido tintes dramáticos porque una derrota empujaría al Mallorca al fondo del túnel en el que ahora se encuentra y aumentaría la brecha con una salvación que ya está a dos puntos. Por ahí anda el conjunto madrileño, que también se plantea el partido como un punto de inflexión antes de adentrarse en el tramo final de la competición.

El calendario está cargado de obstáculos y el margen de error es prácticamente inexistente, especialmente en Son Moix, donde el conjunto bermellón tiene que hacerse fuerte de una vez por todas. Los diecisiete puntos sumados por el Mallorca en casa sobre 33 posibles -la mitad- hablan de un equipo asequible allí donde es tan importante hacerse fuerte, particularmente en esta Segunda División.

El Mallorca de Javier Olaizola no es aquel equipo miedoso de Fernando Vázquez que se echaba atrás desde el pitido inicial y se iba a la lona al primer contratiempo. Sin embargo, los resultados le esquivan y brotan más dudas cada jornada que pasa sin que el grupo rojillo enlace un par de victorias que le den algo de tranquilidad.

La renta cosechada por el técnico vasco -seis puntos en siete partidos- es escasa. Puntuación de descenso, de hecho.

La clasificación no entiende de sensaciones positivas y sí mucho de triunfos, único camino para abandonar la precariedad en la tabla. Solo en cinco ocasiones han salido victoriosos los rojillos esta campaña, una estadística terrorífica que les ha situado al borde del precipicio.

Quedan dieciocho jornadas y el Mallorca se exige triunfar en al menos nueve de ellas para superar la barrera de los cincuenta puntos que previsiblemente este curso brindará la permanencia. Los empates no rentan y las derrotas son una condena, especialmente en casa.

Olaizola ha subido la intensidad y los decibelios en los entrenamientos esta semana. Sabe que el equipo está en una encrucijada y que el partido contra el Rayo marcará un antes y un después. Los fallos de concentración en momentos puntuales de los partidos han penalizado gravemente al grupo, y el técnico vasco no quiere a nadie dormido. Hay mucho en juego el domingo y mantener la tensión competitiva los noventa minutos es innegociable.

El preparador vasco pierde a Lekic, que cumplirá un partido de sanción por acumulación de tarjetas. Entre las opciones que maneja para relevar al serbio está Adrià Dalmau, que en el amistoso del pasado miércoles contra el Etoile suizo marcó cinco goles en la segunda parte. Otra posibilidad es Lago formando pareja con Brandon. Óscar Díaz parece descartado.