El Real Mallorca se ha metido en un lío sideral, instalado en la zona de descenso y ante la exigencia de ganar al menos nueve de los dieciocho partidos que restan para finalizar la competición para certificar la permanencia. Es un número considerable de victorias teniendo en cuenta que los rojillos solo han sido capaces de ganar cinco de los 24 partidos disputados hasta la fecha.

El conjunto de Javier Olaizola tiene los peores números del Mallorca desde el descenso. Atesora 25 puntos, uno menos que la pasada temporada a estas alturas de la competición. Y entonces el curso terminó en una agónica permanencia. La campaña 2014/15 acumulaba dos guarismos más que ahora, 27. Las cosas fueron mejor la primera temporada desde el descenso, cuando el equipo dirigido por José Luis Oltra contabilizaba 34 puntos. Sin embargo, aquella digna estadística no evitó que el valenciano fuera destituido dos jornadas después.

El Mallorca solo ha sido capaz de cosechar cinco triunfos en estos 24 partidos. El único equipo que ha ganado menos es el colista Nàstic, que únicamente ha salido victorioso en cuatro ocasiones.

Son números alarmantes para un equipo que ha agotado la bala del cambio de entrenador sin que haya servido para despejar el panorama. Al contrario, los resultados han dado la espalda a los rojillos pese a la innegable mejoría del equipo en juego y actitud desde que el técnico vasco se sienta en el banquillo.

Situación límite

Olaizola solo ha podido celebrar un triunfo, el conquistado en el primer partido del año contra el Mirandés en Son Moix (2-0). Su pobre balance como técnico lo completan tres empates (Reus, Getafe y Cádiz) y tres derrotas (Almería, Numancia y Oviedo). Son seis puntos en siete partidos, un pobre registro que pese a todo no es el peor arranque de un entrenador rojillo desde el descenso.

Ese récord negativo se lo apuntó Karpin en el curso 2014/15, que sumó dos puntos en sus siete primeros partidos dirigiendo al Mallorca. Chapi Ferrer -cuatro guarismos en el inicio de la campaña 2015/16- y Pepe Gálvez -cinco puntos, aunque con un partido menos- completan el podio de los peores debuts en el banquillo.

El equipo ha llegado a una situación límite porque esta temporada se prevé una permanencia más cara de lo normal. Sobre el papel será necesario rebasar la barrera psicológica de los cincuenta puntos. Es decir, al menos nueve victorias que darían 52 puntos al bloque de Olaizola.

El margen se estrecha con cada jornada que pasa sin que los rojillos sumen de tres en tres, con el agravante de que este curso ninguno de los equipos implicados en el descenso se ha descolgado. La batalla por la salvación será más reñida que nunca porque los últimos cuatro clasificados -entre los que se incluye el Mallorca- están en un pañuelo de tres puntos.

"Solo nos queda rezar a la Virgen", opinó Olaizola minutos después de que su equipo encajara una nueva derrota en el Carlos Tartiere. Lo cierto es que cunde la desesperanza en una plantilla que pese a haber subido el listón no le ha valido para despegar.