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El jugador

James deja huella

El extremo del filial deslumbra en su regreso al primer equipo en un partido en el que demostró personalidad, velocidad y talento que fue reconocido por la afición

James controla el balón pegado a la banda durante el partido de ayer en el Iberostar Estadio. guillem bosch

­James dejó claro ayer que no está dispuesto a regresar al filial. El extremo izquierdo causó una sensacional impresión en su debut esta temporada con el primer equipo del Mallorca. Su descaro, sobre todo a la hora de regatear y mostrarse vertical ante el adversario, arrancó más de un aplauso de las cerca de ocho mil personas que acudieron ayer al Iberostar Estadio para el partido ante el Mirandés.

El mallorquín, nacido en Palma el 5 de julio de 1995, y de padre estadounidense y madre guineana, devolvió con creces la confianza que depositó en él Javier Olaizola, que le conoce bien de la etapa en común en el filial.

El extremo ya tuvo la oportunidad la pasada temporada de jugar con los mayores, bajo las órdenes de Albert Ferrer, pero cuando llegó el mercado invernal regresó al segundo equipo, que militaba en Tercera División. En esos seis partidos, repartidos en 187 minutos, dejó detalles que apuntaban muy buenas maneras, pero el desembarco de Fernando Vázquez al banquillo, que decidió el fichaje de Salomao, le cerró las puertas.

Curiosamente ayer el portugués se quedó en la grada y el chaval asombró sobre el césped con una exhibición de personalidad que tiene que ir a más. Porque en ningún caso dio la impresión de que fuera un examen para el atacante, aunque lo era. El Mallorca necesitaba la victoria después de cuatro derrotas consecutivas, pero a James no le quemó el balón. Ni mucho menos. A la media hora de juego protagonizó una acción en la que superó a su marcador en velocidad, se adentró en el área y tuvo la suficiente cabeza fría como para levantar la cabeza y pasar el balón atrás, para que Lekic pudiera rematar. No fue gol, pero sí un aviso de lo que puede hacer.

James es rápido, muy rápido, sobre todo con el balón en los pies, que es lo más difícil. Es de los que busca el regate. No siempre le salen, pero el mallorquinismo se lo agradeció ayer brindándole una soberana ovación en el minuto 68, cuando ya estaba muy cansado, por Ángel Sánchez, que también se estrenó con los mayores a un buen nivel. Esto solo acaba de empezar.

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