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Análisis

El Mallorca aprende a competir

Tres temporadas y media le ha costado al Mallorca aprender a competir en la compleja Segunda División. El equipo de Vázquez se ha puesto de una vez el mono de trabajo y lo da todo para, si no puede ganar, al menos no perder. El partido como el del sábado ante el Sevilla Atlético se hubiera perdido la pasada temporada porque el equipo bajaba los brazos al primer contratiempo. Ahora no. Los dos goles en contra con los que se fueron al descanso los rojillos no fue obstáculo para que se creyera en la remontada.

Solucionado aparentemente el problema del gol -suma cuatro jornadas consecutivas marcando dos-, las carencias llegan ahora desde la defensa. El del sábado es el tercer empate a dos goles en los últimos cuatro partidos, un lastre que impide al equipo instalarse de una vez por todas en las plazas de privilegio. Goles que, en más ocasiones de las deseadas, llegan por fallos groseros de la defensa y Santamaría.

Era la del sábado una oportunidad inmejorable para encadenar dos victorias por primera vez, sobre todo porque el equipo jugaba ante sus aficionados, un detalle no menor. Es en casa donde el equipo ofrece su mejor cara, la de la garra, entrega, compromiso y hasta buen juego durante muchos minutos. Todo lo contrario de cuando le toca desplazarse, cuando se convierte en un equipo desnaturalizado, sin ningún plan, sin ambición y a ratos indolente. En Elche, el próximo domingo, ante un rival de su nivel -suman los mismos puntos- tendrá la oportunidad de revertir la situación y sumar su segunda victoria a domicilio con una imagen muy diferente a la ofrecida en El Arcángel de Córdoba.

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