El mallorquinismo tiene motivos para estar enfadado, triste y, por supuesto, preocupado, sobre todo eso. Porque regresar a los puestos de descenso en la octava jornada evidencia la involución, ya no solo en los resultados, sino también en el juego, que está experimentando el equipo de Vázquez. Porque ya falla hasta la defensa, justo lo que se había mostrado más fiable en lo que se lleva de curso. El Lugo, que ayer se puso líder, le marcó tres a los rojillos, ayer de negro, justo la misma cifra que había encajado en los siete partidos anteriores. El Anxo Carro fue el escenario de un Mallorca fallón ante la meta rival, aunque eso ya no es nuevo, y capaz de cometer errores groseros en la zaga. Y eso sí lo es. Lo peor es que no supo gestionar la ventaja del gol de Brandon y, justo cuando debía mostrarse más solvente atrás, fue un flan.
Es cierto que sigue generando peligro, pero de lo que se trata es de materializarlo. Los números empiezan a deprimir y eso deja sin argumentos a Vázquez. Porque sumar siete de los primeros veinticuatro puntos posibles, o lo que es lo mismo, una victoria en ocho jornadas, es un balance nefasto, sobre todo para las exigencias del propio entrenador, que nunca ha rechazado asumir que quiere luchar por el ascenso a Primera División. Eso ahora suena a chino, por mucho margen que haya por delante. El puesto de Vázquez no corre peligro, de momento, pero es normal que se cuestione. Eso sí, el preparador no es el único culpable de que sus jugadores tiren al ´muñeco´ cuando tienen toda la portería para ellos. El consejero delegado Maheta Molango y el director deportivo Javi Recio también deben asumir su cuota de responsabilidad en este más que decepcionante inicio.
No habían pasado ni seis minutos y el Mallorca ya estaba ganando. Culio lanzó un córner, la defensa de los locales se empanó y Brandon, con olfato, metió el pie para batir a José Juan. Una alegría que dejaba a los baleares en un escenario en el que no están nada acostumbrados. Y no supieron gestionarlo. Era el momento para mostrarse contundentes en defensa y seguir incomodando a los lucenses. Pero sucedió justo lo contrario. El Mallorca dio un paso atrás, mostró sus debilidades y Pita, que antes ya había avisado con un cabezazo, se aprovechó de un balón muerto en el interior del área, ningún zaguero reaccionó para despejarlo y el tiro superó a Cabrero. Había que volver a empezar a los catorce minutos.
El Lugo elevó su nivel ofensivo y estuvo a punto de marcar poco después en una acción en la que Joselu le ganó la espalda en velocidad a Yuste, pero el disparo fue repelido con el pie por un inspirado Cabrero. Los de Luis César tenían el dominio del juego, pero el Mallorca no dejó de intentarlo. De hecho, Moutinho probó fortuna con un disparo que despejó el meta. Es lo único que hizo en todo el partido el portugués.
Y justo llegó una acción que se ha tenido que soportar demasiadas veces desde que el Mallorca regresó a Segunda. En un córner a favor, en el que Lago llegó a chutar al cuerpo de un rival, Pedraza, ya desde su propio campo, se quedó solo ante Cabrero en un error defensivo mayúsculo porque ningún jugador cerraba la defensa. La salida del portero fue aprovechada por el veloz futbolista para cedérsela a Joselu y marcar. Ver para creer. En menos de media hora ya le habían remontado al Mallorca, que podría haber igualado si hubiera tenido puntería o si José Juán no hubiera estado tan acertado. Porque un buen testarazo de Lago le obligó a lucirse y, poco después, repelió de forma sensacional un disparo de Brandon desde dentro del área, que desquició al de Cala d´Or.
La historia no cambió demasiado en la reanudación, aunque daba la impresión de que si el Mallorca apretaba podía hacer daño. El portero del Lugo volvió a despejar un buen disparo de Lago, más activo de lo habitual. Vázquez introdujo a Dalmau, pero sin resultado. Hasta que Joselu, que ya lleva siete, volvió a ser el más listo de la clase al sacar petróleo de otro error de la zaga y marcar. El 3-1 dejaba casi imposible la igualada, aunque los fallos en la definición de Pol, Lago y hasta Culio, ayer desaparecido, evidencian que los isleños tienen un problema grave. Toca espabilar.
