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Análisis

Una enorme decepción

Esto debería ser al revés. Es decir, el Mallorca debería ir a más y no a menos. Ha sumado cinco puntos de nueve posibles en una semana, aunque hay que tener en cuenta que dos de los tres partidos se jugaban en casa, por lo que el balance no puede ser bueno. Soy de los que no veía motivos para ser muy crítico cuando empató ante el Cádiz y el Oviedo y, sobre todo, perdió en Vallecas, porque el juego era esperanzador y la actitud de los futbolistas transmitía que el equipo quería ganar. Solo lo impidió la falta de puntería, por mucha excusa que sea. Pero es que la involución es una evidencia. Hace una semana el mallorquinismo se felicitaba por la victoria ante el Girona, aunque el juego fuera menos vistoso. Y el jueves suspiraba de alivio tras arrancar un empate ante un Tenerife que fue superior desde el principio hasta el final. Pero es que ayer, en Son Moix, y ante un rival más que digno, pero no temible, bajó otro escalón. Y esto se trata de ir subiéndolos, como dice Vázquez. La decepción es enorme.

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