Día 11 de septiembre de 2001, una fecha inolvidable porque el mundo vivió pendiente de lo que ocurría en Nueva York. El atentado de las Torres Gemelas centró toda la atención hasta las 20:45 horas, cuando el balón echó a rodar en Son Moix. El Mallorca hizo en ese momento su debut en la Liga de Campeones; el rival fue el Arsenal inglés.

Tres lustros han pasado desde aquel día y el club rojillo ha pasado por una auténtica montaña rusa desde entonces. Institucional y deportivamente, pero ese día quedará para siempre imborrable en la historia del RCD Mallorca.

Pese al horror y a la incertidumbre, ese día el fútbol no paró. La UEFA no decidió hasta el último momento que se disputase la jornada europea, la primera de esa Champions League 2001-02. De hecho, el Mallorca-Arsenal estuvo a punto de suspenderse. Un comunicado oficial de condena, previo a los partidos, y un minuto de silencio en recuerdo de las víctimas fue la decisión adoptada por el organismo rector del fútbol continental. El día después sí fue de luto. No hubo partidos.

Ese martes, el ya desgraciadamente conocido como 11-S, se dieron cita en Son Moix 22.500 espectadores. Entre ellos, y entre otros famosos, el cantante británico Rod Stewart. La recaudación en taquilla ascendió a 132.222 euros (22 millones de pesetas de entonces) y el Mallorca, dirigido por el alemán Bernd Krauss, alineó de inicio a Leo Franco; Olaizola, Niño, Nadal, Miquel Soler; Engonga, Marcos, Campano, Ibagaza; Luque y Etoo. En el transcurso del partido jugaron también Álvaro Novo, Paunovic y Vicente.

Para la historia quedará que ganó el Mallorca (1-0), de forma merecida, gracias a un penalti transformado por Engonga en el minuto 11. Y también que Ibagaza estuvo varios meses lesionado tras recibir una fuerte entrada del francés Vieira.

Las horas previas al encuentro se vivieron con incertidumbre en la plantilla, aunque también es verdad que no todos los futbolistas sabían lo sucedido en Nueva York y hubo quien se enteró del atentado cuando subía al autocar con destino a Son Moix para jugar el partido. "Será un día difícil de olvidar", aseveró meses después Ramon Servalls, por entonces director de Relaciones Externas del Mallorca. Una frase que podría ratificar cualquier aficionado. Una fecha inolvidable para siempre en la historia del mallorquinismo.