Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Análisis

Una verdad como un templo

Vázquez tiene razón. El actual sistema de la Copa del Rey es una tomadura de pelo, una competición pensada y creada para que los grandes lleguen a las rondas finales casi sin despeinarse. De ahí que no extrañe que los equipos más potentes siempre disputen el título hasta el último momento.

Qué envidia da el fútbol inglés, modélico en la organización de sus competiciones. En la Copa inglesa todas las eliminatorias, hasta la final, son a partido único. El escenario del encuentro se decide por sorteo y, si el duelo finaliza en tablas, se disputa un segundo partido en el campo del rival que ha jugado como visitante. De ahí que se produzcan tantas sorpresas y que la última final, por ejemplo, la disputara el modesto Crystal Palace. Aquí no. En España los de Primera no debutan hasta la cuarta ronda y los grandes lo hacen ante equipos de Segunda B con la excusa, como bien dice el técnico del Mallorca, de favorecer económicamente a los más débiles.

La Copa del Rey necesita con urgencia un cambio de modelo para hacerla atractiva. Para ello es imprescindible que el eterno Villar, que aspira a su enésima reelección, ceda su puesto a otro con nuevas ideas.

Compartir el artículo

stats