El estado de ánimo del mallorquinismo no es acorde a la posición que ocupa el equipo en la clasificación. Es indiscutible que marcar un gol en tres partidos, y haber sumado dos puntos de nueve, no lo habría firmado nadie hace tres semanas. Es cierto que estos datos son los que cuentan de verdad, pero en una carrera tan larga como esta Segunda hay que quedarse con las sensaciones. Ante el Reus fueron malas, por mucho que dominara, pero frente al Cádiz y Oviedo el Mallorca fue mejor. O mucho mejor. No hace falta que los entrenadores rivales lo digan abiertamente para darse cuenta, pero es evidente que este equipo está creciendo, desde atrás hacia adelante. Y justo ahí está el problema. Llueve sobre mojado sobre falta de pegada y, por mucho que Molango tire balones fuera, clama al cielo que falta un delantero con pólvora. Pero incluso así este Mallorca se merece tiempo. Se lo está ganando. La afición aplaudió después de un empate. Hacía años que no ocurría. No es casualidad. Y es una buena noticia.
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Análisis