El Real Mallorca regaló el Ciutat de Palma al Granada en la última media hora del encuentro, cuando fue una verbena en defensa. Hasta entonces el bloque de Fernando Vázquez había completado un encuentro más que digno en el que había tuteado a un rival de Primera División. El 2-0 que campeaba en el marcador hacía justicia a los méritos de uno y otro equipo, pero entonces apareció un enorme roto en la zaga bermellona y el trofeo voló.

Los optimistas dirán que el Mallorca sufrió los desajustes propios de un equipo que ultima su preparaciónultima su preparación. A los pesimistas se les torció el gesto porque solo falta una semana para que arranque la competición oficial.

Cualquiera puede intuir con qué once debutará el Mallorca el sábado contra el Reus, pero Vázquez no lo confirmará hasta entonces. Ayer mezcló suplentes con titulares en un partido en el que todos los convocados tuvieron minutos. Y no todos salieron bien parados. Cabrero se lució en la primera mitad, mientras que Santamaría se cargó su candidatura para ser el guardameta titular. Tampoco Raíllo tuvo su mejor noche.

El duelo arrancó con un Granada más predispuesto a abrir el marcador. Dos intervenciones casi consecutivas de un Cabrero muy inspirado esta pretemporada evitaron que los andaluces se adelantaran en los primeros minutos. Primero atajó un remate de cabeza de Lombán. Y después reapareció para desviar un gran disparo de Ponce.

Jugaba mejor el Granada, fiel al manual de un Paco Jémez que predica el fútbol de ataque por encima de cualquier otra consideración. Pero la fortuna se alió con los de rojo. Ochoa protagonizó uno de esos errores que van para la moviola cuando resbaló en el momento en el que quería despejar el balón. El esférico fue a parar a las botas de Colunga, que solo tuvo que empujar a la red.

El Mallorca creció a partir del error del Granada. Con el viento a favor, el bloque de Vázquez ganó terreno y desbarató sin demasiada dificultad el juego de creación de los andaluces. Bien armados atrás, los bermellones taparon las grietas abiertas los primeros compases del encuentro y dejaron que su rival se cansara ejerciendo una presión estéril.

El partido se alejó de las dos áreas. El Mallorca se sintió cómodo esperando el error de su adversario y el Granada no exhibió galones de equipo de Primera División. Las fuerzas se igualaron, lo que supuso una pequeña victoria moral para el bloque de Vázquez. De hecho, el gol casi vuelve a caer del lado de los bermellones. cuando Ansotegui descargó un potente cabezazo a un minuto del descanso que obligó a Ochoa a lucirse.

Vázquez cambió a todo el equipo en la segunda parte. Los recién ingresados en el terreno de juego, más frescos que sus oponentes, ganaron la partida desde el inicio. Lago aceleró por la banda derecha, se marchó de su marcador y sirvió un centro de oro a Ángel Sánchez, que solo tuvo que empujar a la red.

Brandon perdona el 3-0

El segundo gol fue demasiado para un Granada frustrado y desconectado del encuentro. El muro andaluz empezó a llenarse de agujeros y se sucedieron las ocasiones del Mallorca, que perdonó el tercero. Brandon firmó la más clara, pero su disparo colocado se estrelló en la madera.

Cuando más se gustaban los locales apareció Ponce para acortar distancias con un polémico gol. El '9' batió a Santamaría después de cazar un rechace en el área, pero los rojillos reclamaron manos en un control previo de Machís.

El Mallorca acusó el golpe, bajó el listón y el encuentro volvió a disputarse en el centro del campo. Y cuando los hombres de Vázquez ya pensaban en proteger el marcador, volvió a aparecer Ponce, que superó la marca de Raíllo y batió por bajo a Santamaría.

Dos minutos después fue Toral el que volvió a abrir en canal a la defensa rojilla para marcar el tanto de la victoria. El debutante Lekic tuvo el empate, pero su vaselina en el descuento se marchó a escasos centímetros del larguero.