Sería una temeridad sacar alguna conclusión del estreno del Mallorca 2016/2017, aunque sea en un amistoso, pero lo que queda claro es que queda mucho por hacer. Es obvio cuando ni siquiera se ha llegado a agosto, pero la imagen que dieron los bermellones ayer ante el Sint-Truiden distará mucho de la de la Liga. O, al menos, eso sería lo deseable. El resultado es lo de menos, está claro, pero resistir durante sesenta y cuatro minutos con uno menos, por la exagerada expulsión de Juan Rodríguez, que incluso provocó que Vázquez saltara al césped a increpar al árbitro, es un mensaje positivo. O quizá también se debe a que la puntería de este histórico de la Primera División belga está más que desviada, porque se cansó de fallar ocasiones, sobre todo en la primera parte. Precisamente en ese parcial, cuando sobre el campo estaban futbolistas que deben tener mucho peso en este equipo, el Mallorca dio su peor versión. Absolutamente plano en ataque, sin chutar a puerta en los primeros cuarenta y cinco minutos, y con lagunas defensivas que recordaban a fantasmas del pasado. Es cierto que el adversario estaba mucho más rodado, ya que empieza la Liga el sábado, pero la diferencia no solo estaba en la falta de chispa. Debutaron todos los fichajes -cinco en esta primera parte-, y ni mucho menos fue el estreno soñado.

Curiosamente el único que se quedó en el banquillo fue el mejor en la reanudación. Juan Domínguez dio una lección de solvencia a la hora de organizar el juego, apoyado por un buen Damià, y eso se tradujo en un sustancial cambio de imagen. Con Brandon mordiendo, la seguridad de Yuste y las internadas de Joan Sastre por su lateral, los baleares empezaron a generar buen juego. Y ocasiones. Como varias que tuvo el de Cala d'Or en sus botas, sobre todo una en la que Pol le sirvió un gran pase al hueco y el canterano se quedó con las ganas tras recortar al meta rival ya que el central se cruzó. Cano también dejó detalles. Incluso en defensa, aunque los locales dispusieron de alguna oportunidad, el Mallorca estuvo mejor, por mucho que jugara en inferioridad. Y, aunque sea solo el principio, mejor quedarse con lo bueno. Para lo demás ya habrá tiempo.