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La crónica

El Mallorca roza la tragedia

La derrota ante el Córdoba mete a los rojillos en descenso a falta de una jornada en un partido en el que jugó una mala primera mitad y se mostró desacertado en la segunda

Ortuño se lamenta de una ocasión fallada ayer ante el Córdoba. manu mielniezuk

El peor escenario posible, el que quizá hubiera soñado un balearico como Florin Andone, se le presenta al Mallorca para afrontar la última jornada de Liga. La dura derrota ante el Córdoba (0-1), el empate de la Ponferradina en Tenerife (1-1) y la victoria del Almería frente al Mirandés (2-1) deja a los rojillos en puestos de descenso. Todo un drama, o incluso mucho más que eso, para el duelo en Valladolid. Porque ahora los de Vázquez ya no dependen de sí mismos para salvarse, o lo que es lo mismo, rozan la tragedia.

El Mallorca deberá ganar en Pucela a un rival que ya no se juega nada, algo que parece incluso complicado a tenor de su rendimiento como visitante, y esperar que el Almería no gane en su visita precisamente a Córdoba o que tampoco triunfe la Ponferradina recibiendo a un Girona que necesitará garantizar la promoción. Incluso empatando los isleños podrían salvarse, pero para eso uno de sus rivales directos debería caer.

Esta terrorífica situación llega porque el Mallorca ha jugado con fuego durante toda la temporada y puede acabar en la hoguera en seis días. Y lo triste es que es por méritos propios. Un proyecto mal concebido por el anterior propietario, Utz Claassen, que ayer tampoco dio la cara a pesar de ser todavía el presidente en el año del Centenario del club, por el todavía director deportivo Miquel Àngel Nadal y por el entonces técnico bermellón Albert Ferrer. Con el desembarco de Robert Sarver y compañía tampoco se supo dar con la tecla, a pesar de la inyección económica, y ahora el desastre puede ser sideral. Ayer se perdió una gran oportunidad de llegar relativamente tranquilo al desenlace del curso. Pero es que este Mallorca, otra vez, no dio la talla.

Para ver la diferencia entre un equipo y otro bastaba con mirar la clasificación, pero en la primera mitad también se reflejó en el césped. No es que los andaluces arrollaran a los isleños, pero sí demostraban más pegada. De hecho, el Mallorca inició numerosos contraataques, pero no acabó ninguno. Fue uno de los problemas, pero es que también lo ha sido durante toda la campaña. Las malas decisiones en el último pase, sean de Pereira, Lago o Salomao, desquician a cualquiera, sobre todo a Ortuño, que no entendía cómo no le llegaban balones en condiciones.

El Córdoba, sin hacer nada del otro mundo, demostraba que sabía lo que quería, con un Florin Andone que ponía de los nervios a la zaga. Un tiro del rumano, que Cabrero no fue capaz de atajar, y un cabezazo de Rodas, que se fue fuera, fueron los primeros avisos de uno de los mejores equipos a domicilio de la Liga Adelante. Hasta que llegó el mazazo de verdad. Tras un saque de esquina, Rodas cabeceó al interior del área pequeña, ningún defensa despejó y Andone, de volea, fusiló a Cabrero demostrando ser el más listo de la clase. El ex del Atlético Baleares, que marcó de perfecta volea, encendió la ira del público cuando abrió los brazos mirando a la grada, no solo a la hinchada visitante, quizá haciendo un guiño a la afición blanquiazul que tanto le idolatró hace dos cursos.

El Mallorca estaba atontado, sobre todo en el centro del campo, y apenas daba señales de vida. De hecho, su único tiro, por decir algo, fue a los treinta y nueve minutos un inocente chut de Salomao. Incluso Florin, antes del descanso, tuvo otra opción.

En la reanudación el Mallorca mejoró, al menos en intensidad, con la ayuda de un Brandon que le dio otro aire. Pero no fue suficiente. El de Cala d´Or lo probó nada más salir con la izquierda y después con un obús desde fuera del área. Pero la ocasión más clara llegó a siete del final, con un disparo de Ortuño que tocó en Razak y se fue al larguero. En el rechace Acuña remató y el meta volvió a lucirse. Ninguno de los 13.818 espectadores que acudieron al Iberostar Estadio se lo podía creer.

Los isleños solo encerraron a su rival de verdad en los últimos diez minutos, algo imperdonable cuando te juegas la vida. Dos cabezazos de Aveldaño a la desesperada fue el único bagaje en ese tramo. La lamentable tangana final, iniciada por la chispa encendida por Andone, es una vergonzosa anécdota dentro de este esperpento.

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