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El entrenador

Vázquez se desentiende

El técnico mallorquinista sigue desde la banda, sentado y en actitud pasiva, el fugaz entrenamiento del equipo, dirigido por el preparador físico Jaume Moll - Frío encuentro sobre el césped del gallego con Molango, que solo habló con los jugadores

Fernando Vázquez, en el entrenamiento del pasado miércoles en Son Bibiloni.

Fernando Vázquez atraviesa por sus horas más bajas desde que aterrizó en el Mallorca el pasado mes de enero. La crisis que afecta al equipo, que se ha traducido en dos puntos de los últimos quince y que coloca al conjunto rojillo sin margen con respecto a las plazas de descenso, ha dejado muy tocado al técnico gallego, que parece no saber cómo salir de esta.

El entrenamiento de ayer en Son Bibiloni fue el fiel reflejo de su estado de ánimo, derrotado, apático, como si la cosa no fuera con él. Vázquez siguió la sesión de ayer, que no alcanzó la hora, sentado en la banda, durante muchos minutos junto al delegado del equipo Damià Amer. Dejó la dirección del entrenamiento al preparador físico Jaume Moll. En ningún momento se levantó para dar alguna instrucción o dialogar con algún jugador. Las imágenes de IB3 no dejan lugar a dudas. Su actitud fue totalmente pasiva y esperó a que los jugadores abandonaran el terreno de juego para hacerlo él.

Durante la sesión se presentó Maheta Molango. El encuentro entre el técnico y el consejero delegado fue gélido. Vázquez no se levantó para saludarle y apenas intercambiaron palabras. Desde el club afirman que ambos dialogaron a puerta cerrada al final de la sesión preparatoria. Molango, a diferencia de otras ocasiones, no ha enviado mensajes de ánimo a través de las redes sociales, sobre todo después de la dolorosa derrota en el Carlos Belmonte. El dirigente, con el semblante muy serio, sí habló con varios jugadores, principalmente con Aveldaño, uno de los capitanes de la plantilla, que el miércoles comentó en rueda de prensa que Vázquez debería contar con un ayudante, algo que no ha gustado en las altas esferas del club.

Del mismo modo, tampoco ha caído bien en la entidad que el entrenador del filial Javier Olaizola no se haya mostrado más diplomático cuando se le ha preguntado por la posibilidad de hacerse cargo del primer equipo.

Este ambiente enrarecido se produce en la semana en la que el Mallorca afronta un partido decisivo frente al Tenerife de Martí. Una cita para la que la entidad tampoco ha realizado ofertas a los socios, como otras tantas veces. La sensación en todos los rincones del club es de derrotismo. Se señala a Vázquez, por mostrarse incapaz de enderezar el rumbo, pero tampoco se escapan los jugadores, a los que, hasta ahora, el entrenador ha defendido en público ante las acusaciones de falta de actitud, como ocurrió en Albacete.

La sensación es que a Vázquez se le ha ido el equipo de las manos. Parece que no sabe qué tecla tocar. A personas de su entorno más próximo les ha confiado que una derrota ante el Tenerife sería letal para las aspiraciones de salvación. Da la impresión de que ha perdido la confianza en el grupo y éste en el entrenador. No hay sintonía. Vázquez sabe que mañana puede estar ante su última oportunidad. Una derrota podría precipitar su salida, y no quedaría otra que dejar el equipo en manos de Olaizola, como ya se hiciera hace dos temporadas cuando, junto a Pep Alomar, evitó el descenso a Segunda B. Pero resulta arriesgado aventurar decisiones en un club en el que cuesta tomarlas.

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