Máxima tensión para recibir al Alavés en un partido que puede significar un punto de inflexión en la trayectoria del Real Mallorca. Para bien o para mal. Los números no le salen al bloque de Fernando Vázquez, que ha dilapidado el colchón que tenía sobre el descenso después de haber sumado uno de los últimos nueve puntos en juego.

No parece el mejor momento para que visite Son Moix el Alavés, segundo clasificado y el mejor visitante de la categoría. José Bordalás ha confeccionado un equipo granítico que se distingue por la intensidad con la que pelea cada balón. Esa misma garra ha situado al conjunto vitoriano en lo más alto del ránking de amonestaciones y expulsiones, pero de nuevo el técnico catalán ha conseguido sacar el máximo partido de una plantilla muy modesta.

Vázquez jugaba ayer al despiste al asegurar que aún no tenía decidido si seguirá con el 4-4-2 o volverá al trivote en el centro del campo. Lo más probable es que opte por el primer dibujo, ubicando a Yuste en el centro de la defensa y dejando el mediocentro a Sissoko y a Damià.

David Costas se cayó de la lista al sufrir un problema muscular justo cuando se había recuperado de su rotura en el pie. Óscar Díaz relevará al lesionado Colunga en el once titular, y Truyols no se ha recuperado a tiempo. Tampoco estarán Coro y Tobias, descartes habituales.

Hace tiempo que al vestuario le supera la proximidad con el abismo, y con el fin de la competición cada vez más cercano el equipo no ofrece síntomas de mejoría para poner tierra de por medio con la zona de peligro. El Mallorca estará muy pendiente de lo que suceda en Los Pajaritos, donde juega un Almería al alza, y del Huesca-Llagostera.

Los futbolistas juegan contra el rival y contra el miedo a perder. Ese temor les ha llevado en las últimas semanas a perder muchos puntos cuando los tenían en el bolsillo, pero Vázquez sabe que la confianza solo volverá con las victorias.

Ganar al segundo clasificado sería un primer paso muy importante para remontar posiciones. Hace un mes el grupo bermellón fue capaz de endosarle un 3-0 al líder Leganés, aunque lo cierto es que el efecto balsámico que supuso aquella meritoria victoria duró más bien poco.

El Mallorca gana enteros en Son Moix, donde esta segunda vuelta ha sumado los puntos que casi siempre se le niegan fuera. El Alavés se perfila como el escollo más difícil que queda antes de terminar la competición, por lo que triunfar ante el grupo de Bordalás insuflaría ánimos renovados en un vestuario muy decaído.

No hay sosiego para un conjunto bermellón que la próxima semana visita al Albacete, otro que se juega la vida en un final de temporada de infarto.