En pocos deportes como el fútbol se dan situaciones cuando menos sorprendentes. Es el caso de Javi Ros y Ortuño, dos buenos futbolistas que han tenido que cambiar de aires para que su trabajo sea reconocido. Ros, un cero a la izquierda para Karpin -no entraba ni en la lista de convocados-, siempre ha sido un jugador más discutido que indiscutible en el Mallorca, donde pocas veces se ha sentido titular. Ha tenido que dejar la isla y fichar por el Zaragoza para encontrar su sitio. Con Carreras es una pieza clave en el conjunto maño, dispuesto a pelear por el ascenso hasta la última jornada. Vázquez reconoció la semana pasada que pudo haberse equivocado al dejarle marchar en el mercado de invierno y que si permitió su salida fue porque el jugador quería cambiar de aires. Demasiado tarde para arrepentirse.
Un caso similar, pero distinto, es el de Ortuño. El delantero, goleador en el Zaragoza -siete dianas- no es del gusto de Carreras, sustituto de Popovic. El Mallorca ve la posibilidad de ficharle y, aunque ha costado, el jugador empieza a demostrar sus cualidades, que no son pocas. Sorprende que Carreras deje marchar a un delantero que garantiza goles y también la tardanza de Vázquez en darse cuenta de que, con diferencia, es el mejor delantero de la plantilla. Tanto Ros como Ortuño han tenido que abandonar sus clubes de origen para demostrar que pueden ser jugadores importantes. Lo están consiguiendo.
